La llegada de la primavera
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La llegada de la primavera

La llegada de la primavera
18 marzo 2018 Sanremo (Italia), 17/03/2018.- Italian rider Vincenzo Nibali of Team Bahrain-Merida celebrates winning the 2018 Milan-Sanremo cycling race in Sanremo, Italy, 17 March 2018. 17 March 2018. (Bahrein, Ciclismo, Italia) EFE/EPA/LUCA BETTINI

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“Es la carrera más fácil de terminar y la más difícil de ganar”. Habla Mark Cavendish, que algo sabe. En 2009 conquistó la Milán-San Remo, a los 24 años y en su primera participación. El británico tiene 33 primaveras, no se ha vuelto a subir al podio y hoy ni siquiera estará en la salida. La clásica más larga del calendario –con el tramo neutralizado supera los 300 kilómetros– es tan predecible en su resolución, normalmente al sprint, como imprevisible por el amplio abanico de favoritos. 

Como Cavendish, todos los velocistas desean la ‘Classicissima’, una prueba de resistencia y desenlace vertiginoso que se acerca a las siete horas de duración y que desde 1907 celebra la llegada de la primavera. Cita de contrastes y recuerdos, discurre entre Milán, capital industrial de Italia y símbolo y fractura entre el norte y sur del país, y la decadente San Remo, que evoca la ‘dolce vita’, de playa, ‘ristorante’ y casino. Otrora carrera de eliminación para aventureros y leyendas, actualmente está dominada por los hombres rápidos y sometida al control de los rodadores.

El Passo del Turchino, puerto largo y tendido que conecta la carrera con la costa y se caracteriza por el angosto y húmedo túnel que se encuentra en su cima; los ‘capi’ (Mele, Cervo y Berta), tres colinas encadenadas de ligeras pendientes; la Cipressa, ascensión más dura (5,6km al 4% de porcentaje medio) que se pasa desde 1982 pero nunca ha tenido un papel protagonista; y el Poggio (3,7km al 3,7%), balcón hacia San Remo que históricamente ha propiciado jugadas ganadoras, subiendo o baj ando, son las únicas dificultades de un trazado prácticamente llano.

El truco de la ‘Classicissima’ está en su longitud, las variables meteorológicas –se espera un día soleado– y la colocación una vez coronado el Poggio. Desde el punto más alto hay cinco kilómetros a la meta, casi tres en descenso. Esa combinación multiplica el número de candidatos, desde los más rápidos hasta los cazadores de mayor pedigrí.

Valverde, baza española
Alejandro Valverde no se podía perder la primera gran clásica del calendario. Principal referencia del ciclismo español, estará en la salida para honrar el maillot arcoíris de campeón del mundo y, por qué no, luchar por una victoria de prestigio más para su amplio palmarés.

Si bien el recorrido de la Milán-San Remo no es lo suficientemente duro, los triunfos de Vincenzo Nibali el pasado año y Michal Kwiatkowski en 2017 con sendos ataques en el Poggio abren una puerta a la esperanza.

De entre los clasicómanos hay un nombre por encima de todos: Julian Alaphilippe. El ciclista más laureado de la temporada con seis victorias, no tiene rival en las llegadas cuesta arriba y ha sido capaz de ganar en un sprint a algunos de los velocistas del momento en la reciente Tirreno-Adriático.

Otros hombres completos y que siempre están en todas las quinielas son Peter Sagan, Greg van Avermaet, Philipe Gilbert o Tom Dumoulin. De entre los llegadores destacan Dylan Groenewegen, Elia Viviani, Sam Bennett, Caleb Ewan, Fernando Gaviria o los otrora ganadores Alexander Kristoff (2014), John Degenkolb (2015) y Arnaud Démare (2016). Todos quieren el primer ‘Monumento’ de la temporada. ¿Quién será el rey de la primavera?

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