Huracán Novak
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Huracán Novak

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Novak Djokovic ofreció un maravilloso recital en el Rod Laver Arena, para convertirse en el octavo jugador de la historia que gana más de seis veces el mismo ‘major’ | efe

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Pocas veces –o ninguna– se ha visto una final de Grand Slam entre las dos primeras raquetas del mundo con tanta diferencia en la pista. Y es que el 6-3, 6-2 y 6-3 con que el serbio Novak Djokovic arrolló a Rafa Nadal es un marcador más propio de una primera ronda frente a un jugador fuera del top-100 mundial.


Y no solo el resultado, porque incluso pudo ser más contundente por lo visto en la Central. El Nº1 mundial jugó el partido casi perfecto. Desde el primer punto. Se adelantó por 3-0 en un visto y no visto (ganó sus dos primeros juegos en blanco). El Nº2 era un muñeco que corría por toda la pista persiguiendo sombras, sobre todo al resto: ‘Nole’ tan solo cedió un punto en sus cinco servicios del set inicial. Un dato escalofriante.


Rafa mejoró algo en la segunda manga, en la que empezó sirviendo y llegó a dominar por 2-1, eso sí, sufriendo mucho para conservar su servicio, mientras que Novak seguía sumando juegos en blanco con el suyo. Una situación irreal, que Nadal cortó en el sexto, ya con 2-3 en el marcador, cuando logró tres puntos al resto para situarse con 40 iguales. Los tres únicos tantos que consiguió recibiendo en este segundo set, que el de Belgrado cerró con cifras asombrosas: 87% de puntos ganados con el primer servicio, 88% con el segundo y un solo error no forzado.

Octavo de la historia
Una nueva rotura en los inicios de la tercera manga alfombró a Djokovic el camino hacia su séptimo título en otras tantas finales del ‘major’ australiano, cifra que lo convierte en el rey de Melbourne Park, con un entorchado más que el suizo Roger Federer, y en el octavo jugador de la historia que gana más de seis veces el mismo torneo de Grand Slam.


Nadal, que no tiró nunca la toalla pese al huracán, perdió la opción de convertirse en el primero en la Era Open (desde 1973) que conquista más de una vez los cuatro ‘grandes’.


Una derrota durísima, pero que no hay que dramatizar más allá de lo necesario. Porque Rafa llegó a Melbourne con un solo partido disputado –y de exhibición– en más de cuatro meses, tiempo en el que Djokovic se hartó de ganar títulos y firmó una racha de más de veinte victorias consecutivas, cortada por el ruso Karen Khachanov en la final del Masters 1000 de París. 


Pese a todo, Nadal ha vuelto. Se ha reinventado una vez más. Lo dijo Novak tras la final: “Es un ejemplo para todos los jóvenes por su espíritu de superación”. Palabra de Nº1.

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