El Giro empieza ya en Jerusalén, lejos de Europa por primera vez en 101 ediciones. La globalización, dicen. ¿O será el dinero? El oro israelí ha comprado uno de los eventos deportivos con más tradición e impacto mediático en el viejo continente. Y para más pompa ha convencido a la gran estrella del ciclismo, Christopher Froome. Ni el rosa que todo lo inunda ni el homenaje a Gino Bartali ocultan el tufo a lavado de cara del gobierno de Benjamín Netanyahu justo cuando repunta la violencia -o es que nunca ha cesado- en Oriente Próximo.
El bueno de Bartali se merece todos los honores. Ciclista eterno por sus victorias (dos Tours y Tres Giros, entre tantas), de origen humilde, católico y esforzado deportista, esa imagen es la que Mussolini quería utilizar como propaganda del régimen. Gino tenía otros planes y pasó a la historia por una hazaña que nunca contó en vida y hoy asombra al mundo. Durante la Segunda Guerra Mundial salvó a 800 judíos de los nazis transportando falsos pasaportes ocultos en la bicicleta.
De campeón a campeón, Froome es el favorito número uno este 2018. Por su cabeza ronda igualar un particular récord de Merckx, que encadenó el triunfo en Giro, Tour y Vuelta entre 1972 y 1973. El africano blanco no participa en la prueba italiana desde 2010, cuando todavía era un desconocido y fue expulsado de carrera por remolcarse en un coche subiendo el Mortirolo. Hoy es un mito y el vueltómano más fuerte y mejor acompañado. En su contra están la polémica por el positivo en salbutamol no resuelto en la última Vuelta y el tortazo que se ha pegado reconociendo la crono.
El Giro empieza ya con una contrarreloj individual de nueve kilómetros por las calles de Jerusalén. De trazado técnico y peligroso, recorre el Oeste de la ciudad huyendo del Este ocupado y reclamado por Palestina.
- Favorito 'mainstream': Tom Dumoulin
- Candidato 'outsider': Jos van Emden
