No sé por qué me da que la posible salida de álex bergantiños puede ir acompañada de alguna que otra sorpresa. Si el exfutbolista ha tomado la decisión de ir haciéndose a un lado está en su derecho. Nadie va a cuestionar a estas alturas al excapitán.
Ha sido una temporada muy exigente. La marcha de Mackay en diciembre pudo ser dolorosa para el de la Sagrada Familia y la presión que ha habido hasta consumar el objetivo ha sido mucha y muy dura.
No contábamos con un ‘postascenso’ tan accidentado, pero la realidad es la que manda y, a veces, es muy tozuda. Hemos perdido unas horas de paz que nos han llevado a otros tiempos, a otras batallas.
Afortunadamente parece que todo se arreglará entre Deportivo y Ayuntamiento, no se entiende de otra manera. El comunicado del club, tendiendo puentes, ha tranquilizado a una afición que, ahora sí, ya puede volver a festejar una y las veces que haga falta el haber salido del barro. Que sigan los fastos.