El aturuxo, describe el diccionario, es un grito de alegría, una suerte de alivio gutural que se emite tras una pieza musical para reflejar el espíritu festeiro de quien lo articula. En las beiras del Miño, al sur de la provincia de Lugo se emplean casi como un rito desafiante, algo así como una provocación.
En nuestro hermano El Ideal Gallego, los aturuxos son desde hace años signo de identidad y fluctúan en torno a esas dos definiciones. Pero sin maldad. La clase política, que suele ser la damnificada, los sigue y los digiere. Hacerlo sin necesidad de recurrir al almax no sólo es una buena noticia para los estómagos más delicados sino un síntoma de madurez. Que en el ámbito del deporte esa digestión resulte más pesada es una preocupante alerta. En estos casos importa el talante, que diría ZP. Y el talento también.