Ayer me dio una gran alegría ver cómo Carlos Arévalo era uno de los homenajeados en los Premios Nacionales del Deporte. Su plata olímpica tuvo mucho mérito, cierto, pero también su trabajo como militar a favor de los demás.
Tuve ocasión de conocerlo el año pasado, con motivo de su visita a la redacción con su flamante presea conquistada en Tokio. Y como ya me han enseñado muchos deportistas a lo largo de 25 años de profesión, Carlos también me dio la clave de sus éxitos. Y en ella un ingrediente necesario es la generosidad.
Nos contó lo mucho que le había ayudado el hecho de ser militar a la hora de afrontar su faceta de deportista. Antes era bueno, pero desde que trabaja es mejor.
Todavía le quedan algunos años al máximo nivel y seguro que conseguirá muchos más éxitos. Él sí es un deportista que da ejemplo, y ayer lo demostró en la entrega de los premios cuando dio ánimos a las personas que están luchando contra los incendios. Algo que le engrandece como persona, como militar y como deportista.