El Deportivo juega hoy un partidillo amistoso en Abegondo ante el Famalicão, el séptimo clasificado de la liga portuguesa. Un entrenamiento, apuntan desde el club, así que los estadísticos ni siquiera deberían tenerlo en cuenta para sus tablas. La cita, según el nuevo manual deportivista de bunkerización estará vedada para la afición, que deberá esperar hasta el día 23 para ver a su equipo. Quien más quien menos podrá superarlo. Pero, ¡chsss!, el partido se envuelve en un aire de secretismo porque tampoco estará permitido el acceso a las instalaciones para la prensa.
Llegado este punto conviene aclarar que el objetivo que empuja al periodismo a acceder a este tipo de acontecimientos no es lúdico sino laboral y tiene que ver con esa suerte de contrato que se asume ante el lector, oyente o televidente que espera encontrar en los medios de comunicación que consume aquella información que consideran relevante.
Por motivos que todos podemos entender, todo lo que sucede en torno al Deportivo despierta bastante interés no solo en A Coruña sino en muchos más sitios. Por eso los medios hacen el seguimiento que hacen. No es por deporte. Un partido, o incluso partidillo, importa, pero el club desliza que no se dan las condiciones para que la prensa pueda hacer un seguimiento de la cita como es debido: se juega en el campo 2 de Abegondo, que está en obras, y no es sencillo acomodar a todos los profesionales que irían allí a hacer su trabajo.
Hay que agradecer, muy sinceramente, al Deportivo el interés por el bienestar de los periodistas, pero también cabe discrepar en su manejo de este asunto porque el profesional de esto no está en condiciones de exigir siempre dónde y cómo se trabaja. O lo que es igual: si hay obras te pones el casco. Y si ver un partido a pie de césped desvela cuestiones que no deben contarse ya está el sentido común y el diálogo para manejarlo. El buen periodista jamás cuenta todo lo que sabe, me dijo hace tiempo un maestro de las Redacciones.
En todo este trajín subyace una vieja aspiración de quienes salen en los papeles, la de controlar lo que se publica en ellos. Ahora que los clubs de fútbol creen que pueden ser un medio de comunicación sería curioso que los medios empezásemos a creernos clubs de fútbol. Los equipos generan contenidos y los difunden. Soy el primero que ve con curiosidad esos insides que se ofrecen en YouTube con la llegada de un fichaje o las entretelas de la caseta. Pero siempre tengo muy presente la diferencia entre propaganda e información.
Los clubs no serán nada sin los outsides, sin la mirada ajena que elogia, critica, evalúa y difunde. Sigan con los insides, pero no desprecien el valor de los outsides porque es gracias a su labor como en gran parte se mantiene el chiringuito que tantas bocas alimenta, las nuestras y las otras.
Hace unos días la Ponferradina jugó un partido contra el Vitoria de Guimaraes. El club informó a través de sus canales de comunicación: “Termina el primer amistoso de verano. El Vitoria impuso su mayor experiencia y rodaje ante una Deportiva que acaba de iniciar su preparación y equilibró el juego con la entrada de jugadores del primer equipo en la media hora final”. No faltaban los hashtags, pero sí el resultado. Habían perdido 10-0.
Esperamos noticias un poco más concretas del Deportivo sobre lo que pase hoy en Abegondo o, ¿quizás habría que seguir su dictado y obviar lo que allí sucede? ¿Y si durante, pongamos, el próximo mes los medios consideran que todo lo que ocurre en torno al Deportivo debe ser privado?