Se quejan mucho ahora los jugadores veteranos de cómo ha cambiado la vida en los vestuarios para los chicos jóvenes que alcanzan la cima del fútbol. Que si se creen estrellas antes de tiempo, que si pretenden disfrutar de los privilegios del deporte rey sin asumir antes las responsabilidades… en general, por recordar el camino tan complicado hacia el profesionalismo que ellos tuvieron y lo fácil que se lo ponen ahora. Será cosa de la edad, supongo, pero no puedo evitar sentir cierta empatía.

La norma no se extiende a todos. Eso también es cierto. Siempre hay quien asume los sacrificios de la profesión y nunca aparta los ojos de la meta. Por eso tampoco tengo problema en ponerme del lado de futbolistas como Luis Chacón. El de Pontedeume cumplió hace unas semanas 25 años y vuelve a pelear, un verano más, porque le den una oportunidad en el fútbol profesional. Van ya tres temporadas en las que demuestra que la Primera RFEF se le queda pequeña. Su aparición como canterano tardío fue clave en el ascenso del Racing de Ferrol, luego lideró al Arenteiro revelación y en esta ocasión ha regresado a Abegondo después de ser ídolo en León, donde contribuyó con 13 goles y 5 asistencias a la brillante temporada de la Cultural para regresar a Segunda División.

Son precisamente esos números sostenidos en la categoría de bronce el mejor aval para un futbolista del que ni siquiera sus propios compañeros se explican en muchas ocasiones cómo los consigue. Hablando con varios de los que han compartido vestuario con él en los últimos años, todos carecían de palabras para definir lo que hacía a Chacón diferente. Todos coincidían, sin embarbo, en señalar que la forma de distinguirlo sobre el terreno de juego es buscando al que siempre está en el lugar indicado y toma la decisión correcta.

Son dos años y medio ya dominando en el tercer escalón. Llegó a O Carballiño y a León a última hora. Cero excusas. Desde sus primeras apariciones se puso a producir y se metió en el bolsillo nada más entrar por la puerta a entrenadores y aficionados. Ni una mala cara. Se me ocurren muchos casos, en el Deportivo y en prácticamente cualquier plantilla de la categoría de plata, de futbolistas que han contado con dorsal a lo largo de una campaña presentando una hoja de servicio, como poco, igual a la suya. Y también unos cuantos con bastantes menos méritos. Yo no me atrevo a asegurar si a Luis Chacón le queda por delante una carrera notable en Segunda División. Ni tampoco si está preparado para tener impacto inmediato en este proyecto de Antonio Hidalgo formando parte de la rotación. Pero de lo que no tengo ninguna duda es de que, a fuerza de ser testarudo y seguir llamando a la puerta, el eumés se ha ganado, cuanto menos, la oportunidad de intentarlo. La posibilidad de medir su verdadero techo. Sea para romperlo o estrellarse contra él. Ser terco es a menudo una cualidad poco valorada.