Al margen de que el Depor haya sumado solo cinco de los últimos 18 puntos en juego, del mal momento del equipo o del atasco en ataque es complicado explicar lo visto el sábado en Riazor a nivel de arbitraje.
Que el listón de los trencillas es bajo en la Primera RFEF es algo que el conjunto de Borja Jiménez y el resto de las escuadras llevan sufriendo todo el año. Lo visto ante el Racing de Ferrol, con esa mano, penalti y expulsión no pitada fue un esperpento. Ya parecía en directo, pero vistas las imágenes, la posición del árbitro e incluso la de su linier cuesta entender cómo ninguno de ellos ve nada punible. Una repetición que, por cierto, no se pudo ver en el resumen de Footters, la televisión que tiene los derechos de la liga, que debió de considerar que la jugada no era digna de ser incluida.
Lo verdaderamente indigno es tener que contemplar ojipláticos el nivel de despropósito vivido este sábado, muy en la línea de las actuaciones de los árbitros que encuentran en Riazor un escaparate perfecto para hinchar el pecho y sentar cátedra. Disparan cual pistoleros las amarillas, incluidas para Borja Jiménez, y pasan de listón bajo a alto a la hora de amonestar en los partidos según les dé el viento. A veces uno se plantea si no se sienten motivados cuando pisan Riazor a ser protagonistas en un juego donde deberían ser solo juez y no también parte.
Tampoco ayuda a que el técnico rival no vea la jugada del penalti, porque le quede muy lejos, pero que se apresure a decir que no se pitó una mano que habría cambiado el sino del partido. Una cosa no quita la otra y ante tal evidencia chirría hacerse el sueco. Lo que hoy te ha beneficiado mañana te puede perjudicar y entonces también, si eres coherente, te tendrás que callar. El cambio en la dinámica de juego y resultados nace y termina en el Depor, en su plantilla y cuerpo técnico, que cierran filas en torno al equipo y refrendan la idea, pero se agradecería, quizá a través de instancias más altas del club, algún tipo de comunicado, queja ante lo que fue un atropello en toda regla y que va a quedar impune.