Dicen que los goles son la salsa del fútbol. Pues bien, el menú de la tarde-noche de ayer no nos sentó demasiado bien por la falta de este ingrediente y también de otro fundamental, el resultado.
Empezamos con los chicos de Luis Enrique. Da la sensación que la mayoría de los goles que tenían que haber anotado en el Mundial los gastaron en un solo partido, el que les enfrentó a Costa Rica. Ayer, ni de penalti, algo que no veía desde aquella final de la Copa de Europa del Barcelona contra el Steaua de Bucarest en 1986. Entonces, tras el 0-0 en los 120 minutos, el portero del equipo rumano, Helmuth Duckadam, paró cuatro penaltis a los azulgranas.
Y qué decir del Deportivo, que perdió y por segunda jornada consecutiva no logró perforar la portería contraria. Cierto es que la expulsión de Mario Soriano condicionó mucho el partido. Pero la falta de gol sigue siendo un problema. Hoy a ver qué hacen los rivales directos, pero me da que no habrá buenas noticias. Y todo porque la pelotita no entró.