Los jugadores del deportivo están absolutamente acongojados. Se les nota muchísimo y, aunque lo nieguen, Riazor lo sabe. Veían cerca el objetivo, todos lo hacíamos, pero cuando las posibilidades de ascenso directo se esfumaron, los miedos aparecieron por el vestuario.
Entiendo el nerviosismo ante la responsabilidad, la intranquilidad ante un reto tan importante, pero el equipo tiene que dar un paso adelante. Ser valiente, creer. Estos futbolistas ya han demostrado que pueden ganar a cualquiera, que son un gran plantel, que están capacitados, además, para hacer buenos partidos.
Es un tema del colectivo. No se trata del entrenador, el presidente o el director deportivo. Es el vestuario, desde su corazón, quien tiene que asumir que en estos cuatro partidos no se puede flaquear, dudar, y mucho menos tener el miedo que aflora en más momentos de los deseados. El deportivismo cree en estos futbolistas y ellos han de creer en sí mismos para conseguir el objetivo del ascenso.