La afición está en su derecho de manifestarse y de ser escuchada. El club ha tomado buena nota. Los últimos cambios así lo dejan de manifiesto aunque muchos deportivistas prefieran a otro entrenador o que hubiera seguido Rubén, etc.
Lo he comentado en varias ocasiones pública y personalmente. Lo que no quiero, pero ni pensarlo, es una desunión entre un deportivismo que hasta hace un mes estaba más hombro con hombro que nunca.
Reconstruir esta afición después de los últimos años ha sido una tarea propia, de los mismos seguidores. No hace mucho, el campo estaba partido en dos, en una especie de camino hacia la autodestrucción que anticipó, si recuerdan, el propio Víctor Fernández.
Años después estamos en el lodo competitivo pero no en el de las aficiones. Todo lo contrario. Ahí jugamos en la elite. Pase lo que pase, se tengan las ideas que se tengan, lo más importante es el escudo y su gente. El camino que se emprendió, juntos, es duro y angosto, pero se está recorriendo con la cabeza bien alta, precisamente, gracias a una afición unida.