​Miguel Corral: “Es el momento de salir de la zona de confort y buscar nuevos retos”
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​Miguel Corral: “Es el momento de salir de la zona de confort y buscar nuevos retos”

​Miguel Corral: “Es el momento de salir de la zona de confort y buscar nuevos retos”
Miguel Corral, en el campo de A Grela, donde el Ural juega como local en División de Honor Juvenil | rgd

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Es intenso, muy exigente, inconformista, competitivo y muy trabajador. Así lo definen quienes le conocen bien. Después de tres temporadas exitosas en División de Honor con el Ural, Miguel Corral cierra una etapa con tres permanencias en el bolsillo y cientos de días de aprendizaje para tratar de abrir nuevos caminos.


¿Qué sensaciones le ha dejado la temporada?

Sensaciones positivas porque cumplimos el objetivo en una temporada que no pintaba nada bien ya desde el verano. Empezamos con 18 jugadores, en el mercado de invierno se fueron Ashier e Iván Pardo al Bergantiños y nos quedamos con 16. Durante la temporada, Jorge y yo comentamos en más de una ocasión que no estuvimos finos en la confección de la plantilla. Al final nos salió bien pero nos pudo salir muy mal porque llegamos muy justo al final de la liga.


“No pintaba nada bien”. ¿Le transmitía malas sensaciones el equipo?

En la pretemporada entrenamos con muy pocos jugadores y recuerdo amistosos con muchos que subían del Cadete A y que iban a formar parte del Juvenil B. Empezamos en la jornada 3 por COVID y en el primer partido perdíamos 3-0 con el Perines. Lo cierto es que no pintaba bien.


Sin tener la estructura de una cantera profesional, ¿cómo se hace una plantilla para un equipo humilde de División de Honor como el Ural?

Lo primero es mirar lo que hay en casa; tener en cuenta a los jugadores de la plantilla que siguen siendo juveniles. Luego mirar lo que puede subir del Juvenil B que dé el nivel y lo mismo con el Cadete A. También tratamos de incorporar algún jugador de equipos de la zona que estén en Liga Gallega o en Liga Nacional. Pero lo más importante de todo es el Deportivo y los jugadores de los que pueda desprenderse porque va a condicionar directamente el nivel de la plantilla del Juvenil A del Ural. Cuantos más jugadores suelte el Depor, más nivel vamos a tener en nuestra plantilla porque son futbolistas acostumbrados a una cultura de entrenamiento y a un nivel alto de competición. El salto para un jugador que viene de Liga Gallega o Nacional es muy importante.


¿Y jugadores que no sean de la zona de A Coruña?

Chicos de fuera solo podemos fichar a alguno que venga a estudiar a Coruña, pero no hemos fichado a ninguno de fuera de los que nos han ofrecido teniendo que invertir el club. Siempre apostamos por gente de la zona. Así configuramos nuestra plantilla.


Esta temporada, el Depor no se desprendió de muchos.

Si no nos han mandado jugadores es porque no han podido porque siempre que han podido ayudarnos, lo han hecho. Si el Deportivo liberase cuatro o cinco jugadores, seguramente el nivel del Ural habría sido otro. Si el Depor ayuda al Ural, el Ural puede ser un equipo de quedar entre los seis o siete primeros puestos todas las temporadas. Entiendo que los juveniles de primer o segundo año con nivel para jugar en División de Honor deberían competir con el Ural y no en Liga Nacional con el Deportivo, aunque entrenasen por la semana en Abegondo.


¿Se encuentran muchos juveniles con representante?

De hablar con los representantes se encargaba Jorge. En ese aspecto, el fútbol ha pegado un cambio brutal porque, a día de hoy, cualquier jugador tiene agente. Incluso en nuestro equipo hay jugadores con representante. Lo veo innecesario en adolescentes para moverse por estas categorías no profesionales.


¿Fue esta la permanencia más difícil de todas?

Sí, sin duda. Hemos entrenado con muy pocos efectivos durante toda la temporada, hemos ganado partidos a la heroica de forma casi inexplicable ante rivales superiores. Planteábamos los partidos tratando de defender bien, de juntarnos, de dominar las áreas, el balón parado… Fue muy difícil.


¿Necesitó suerte el Ural para conseguir la salvación?

Hemos ganado partidos en el descuento, en las última jugadas de los partidos. Hemos conseguido nueve o doce puntos así: Val Miñor, Marina Sport… Hemos remontado un montón de partidos en A Grela. Y sí, hemos tenido un golpe de suerte en momentos puntuales.


La suerte hay que buscarla.

Algo que nos mantuvo con vida a lo largo de toda la temporada fue el trabajo de los jugadores, que estaban muy mentalizados en conseguir el objetivo. No dejaron de creer. Nunca caímos en zona de descenso y eso siempre nos dio un impulso. Hemos sido lineales emocionalmente. Después de perder, el entrenamiento del lunes era de lo más normal. Si ganábamos, no había un pico de euforia. A nivel mental fue muy importante.


¿Cómo es competir en una liga con tantos descensos?

No hay margen de error. En las dos últimas temporadas hemos soportado seis descensos en cada liga. El año pasado en un subgrupo de diez consiguiendo la permanencia ya en la primera fase pero este año fue muy difícil. Sabíamos que teníamos que estar en torno a 40 puntos y eso requiere ganar muchos partidos.


¿Ha terminado la temporada agotado del fútbol?

Hubo momentos en los que me costó porque me quedaba sin energía. Esta liga requiere muchas horas para preparar cinco entrenamientos semanales, los partidos, los viajes… Desgasta mucho. Y más en una temporada en la que todo eran dificultades.


¿Hubo algún momento en el que vio la permanencia muy cuesta arriba?

Sí, no te voy a mentir. En el final de la primera vuelta y en el inicio de la segunda tuve muchas dudas. No sabía si podíamos llegar al número de puntos que nos harían falta. Sabía que la permanencia iba a estar en torno a 36-37 puntos y no tenía claro que los pudiésemos alcanzar. Al final salió todo bien.


¿Y algún partido clave?

Más que un partido podría decir toda la segunda vuelta en casa, donde perdimos muy pocos partidos. Eso fue lo que nos dio la permanencia. El partido que le ganamos al Pontevedra por alineación indebida fue un momento clave.


Esa alineación indebida de la Pontevedra fue una de las situaciones más llamativas.

No lo sabía nadie. Me dieron la alineación y luego vi que estaba calentando. No le veía una explicación lógica. No se lo dije a nadie y en el descanso le pedí al delegado que solicitase revisión de fichas porque estaba jugando un futbolista sancionado por acumulación de amarillas.


¿Los jugadores del Ural estaban al tanto de esa situación?

No, en ningún momento. Yo quería que ganásemos el partido pero no dábamos. Nos jugábamos muchísimo, había mucha tensión y no se lo dijimos hasta que terminó. Yo traté de abstraerme y afrontar el partido como si todo estuviese en orden. No quería que los jugadores notasen que pasaba algo raro. Pero teníamos a Lago, que suele jugar siempre 90 minutos, con cuatro tarjetas y lo cambiamos. Eso les llamó la atención.


La resolución tardó bastante. ¿Llegó a dudar de esa alineación indebida?

No, Jorge me decía que estuviese tranquilo. Había unos plazos que se tenían que cumplir, pero estaba hecho.


Miguel Corral es un entrenador intenso, de carácter. ¿Cómo vivió una temporada tan exigente?

Esta categoría te hace crecer como entrenador porque te enfrentas a entrenadores que están muy preparados. Algunos se dedican profesionalmente a esto. En el transcurso del juego, el entrenador rival hace modificaciones y tienes que estar muy vivo para que tu equipo no sufra. A partir de ahí hay situaciones de partido en las que el equipo necesita que el entrenador esté muy metido para empujarlo. Un equipo es el reflejo de su entrenador y en el banquillo tienes que ser como realmente eres, sin teatralizar y yo soy un entrenador enérgico e intenso. También reconozco que hay ciertos momentos en los que el equipo necesita calma y tranquilidad y eso lo he ido puliendo con el paso del tiempo. Son muchos partidos ya en División de Honor.


Son muchos partidos en División de Honor.

Son casi 100. Los contamos hace unos días.


¿Por qué no quiere más?

Hay que saber llegar, estar y marcharse. Les decía a Pablo y a Jorge que me quería ir sin hacer ruido. Entiendo que es el momento. Cuando no tienes energía para seguir es mejor parar. Es el momento de salir de la zona de confort y buscar nuevos retos. Al poner en una balanza los pros y los contra lo más lógico era dejarlo. De haber renovado, seguiría muchos años en el Ural.


¿Trataron de convencerle?

En el Ural me he sentido muy respetado y muy querido. Me han dejado trabajar. He tenido muchas discusiones con Jorge porque somos dos personas impulsivas. Debatimos y hablamos mucho de fútbol, pero siempre con respeto. Ellos querían que continuase, pero yo no quería seguir por seguir.


¿Cuándo lo decidió?

A lo largo de la temporada hubo momentos en los que pensaba: venga, otro año más. Pero los viajes, el desgaste, la tensión, acabar los partidos exhausto… Una vez que vi que se acercaba el objetivo, la decisión fue firme. A finales de abril ya tenía decidido que no iba a seguir.


¿Cuál fue la primera persona que conoció su decisión?

Se lo dije a todos a la vez. No quería sentarme con Jorge y decírselo y él me lo achacó porque en alguna conversación él me había dicho que quería ser el primero en saberlo. No quería decírselo a él primero porque tenía miedo de que me pudiese convencer. Lo hice como lo sentía. Acabó el partido y en la alegría de la permanencia reuní a los jugadores y a toda la directiva. Les dije que habíamos conseguido el objetivo y que mi etapa en el Ural se terminaba. Choca un poco pero necesitaba liberarme. Sentía que tenía que hacerlo así.


¿Cómo reaccionaron los jugadores?

Corté un poco la euforia pero tenía que ser así. La plantilla de esta temporada me transmitió en todo momento un sentimiento de creer en mí y de cariño que era mutuo.


Me gustaría un proyecto serio, que me atraiga


El ya exentenador del Ural asegura que no ha recibido ninguna llamada de ningún club. Por el momento.


¿Se ha cansado del fútbol base o solo ha terminado una etapa en el Ural?

He terminado una etapa. No sé si volveré, pero ahora toca dar otro paso. No sé lo que va a pasar. Sé que me expongo a no entrenar porque hay muchos entrenadores y muy preparados pero no es algo que me inquiete mucho.


¿Qué le gustaría en el futuro?

Un proyecto serio, que me atraiga, en el que confíen en mí y en el que pueda seguir creciendo.


¿Le da igual la categoría?

No voy a ser hipócrita: no me da igual. A corto plazo, no contemplo volver a Regional. Pero, a lo mejor, estoy dos años sin entrenar y no se me caerían los anillos por regresar a esas categorías. Me gustaría dar un paso más. ¿Qué no se puede? No pasaría nada.


Sé que la derrota es parte del juego, pero la llevo muy mal


Miguel Corral explica cómo ha afrontado la temporada a nivel de trabajo y modelo.


¿Es difícil mentalizar al jugador acostumbrado a un tipo de juego para que se adapte al modelo competitivo del Ural?

Desde el primer día el jugador ve el contexto: el campo de A Grela. Teniendo en cuenta nuestro modelo de juego tratamos de incorporar jugadores que se adapten a él. A nivel de entrenamientos trabajamos mucho en función del rival. Eso tiene un proceso de adaptación pero, una vez que lo asimilan, es más sencillo y da resultado.


Hay entrenadores que aseguran que no entrenan en función del rival.

En esta liga y para un equipo de perfil medio-bajo como es el nuestro el plan de partido es fundamental. En División de Honor hay una plataforma con todos los vídeos del rival y, a partir del lunes, nos poníamos con ello para tratar de facilitar al jugador lo que se iba a encontrar en el partido: los mejores futbolistas del rival, sus virtudes y debilidades tanto en ataque como en defensa, el balón parado…


¿Le ha dado más importancia el Ural al rival esta temporada que en las anteriores?

Puede chocar pero, sí, un 80% era el rival. Nos centramos en cómo podíamos atacarles, en cuáles eran sus puntos débiles… En otras temporadas teníamos plantillas con un poco más de nivel y podíamos proponer otras cosas.


Un equipo de perfil medio-bajo, ¿trabaja más si cabe el balón parado?

Sí, le dedicamos mucho tiempo los viernes o los sábados y lo considero fundamental. En un campo como A Grela hay muchas situaciones de balón parado. Nos dio puntos. Contra el Arenal ganamos 0-3 y los tres goles llegaron en acciones a balón parado.


¿Conseguía desconectar en algún momento de la semana?

Las primeras horas se disfrutan si se gana y hay euforia porque en División de Honor se ganan pocos partidos. Aunque trato de corregir eso emocionalmente, hay ciertos momentos en los que disfruto de las victorias, pero cambio el chip rápido y, en el bus, de vuelta, voy viendo vídeos del rival de la siguiente semana. Los entrenadores no desconectamos. Pensamos en preparar la semana y en volver a ganar.


¿Y los viajes después de perder?

Son muy duros. Es lo que peor llevaba. Tengo que mejorar en eso. Sé que la derrota es parte del juego, pero la llevo muy mal; es algo superior a mí. Necesito estar solo y desconectar. Y eso que perdemos muchas veces. Llevo tres años perdiendo más que ganando. Es algo que puede pasar porque nos enfrentamos a rivales muy buenos, pero llevo fatal las derrotas y me desgastan mucho.

​Miguel Corral: “Es el momento de salir de la zona de confort y buscar nuevos retos”

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