El Leyma Coruña valida el axioma NBA
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El Leyma Coruña valida el axioma NBA

El Leyma Coruña valida el axioma NBA
La defensa del Leyma Coruña tocó fondo en Valencia, donde perdió por un escandaloso 127-81 | ACB Photo Miguel Angel Polo

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El resumen más prosaico de la frustrante temporada del Leyma Coruña viene siendo una versión low cost del axioma de la NBA: “los ataques ganan partidos y las defensas ganan campeonatos”. Porque entre los varios factores que han desembocado en la pérdida de su campeonato, el de los equipos que luchaban por la permanencia, ese destaca muy por encima del resto.


Cierto es que las lesiones, algunas en momentos clave del curso; los arbitrajes, nefastos en un buen puñado de partidos; la mala suerte –o la buena del rival– en varios finales de partido, y la lentitud a la hora de cubrir las ausencias tuvieron también su cuota de influencia, pero ni todas juntas restan lo que el trabajo del plantel de Diego Epifanio a la hora de defender su aro.


El Básquet Coruña ha cerrado su primera temporada en la ACB con una media de 95,5 puntos encajados por partido, que no es solo una barbaridad –por mucho que esta regular haya sido la más anotadora en muchos años–, sino que es la peor desde que en 1996 se instauró el vigente sistema de competición con 18 equipos.

 

Tercera diferencia

Esa media deriva, además, en una de 10,0 tantos encajados por encima de la de los otros 17 participantes. Una cifra que sitúa al Leyma en la tercera plaza del ranking histórico, por detrás del Valladolid de la 2013-2014 (12,6) y el Fuenlabrada de la 2022-23 (10,8). Entre estos dos equipos consiguieron siete victorias, las mismas que los naranjas en los 34 partidos de la campaña regular recién finalizada.


Especialmente débil fue la defensa del arco de 6,75 metros, donde varios rivales firmaron su mejor carta de triples del curso: Sam Dekker, Rubén Domínguez, Cameron Hunt, Darrun Hilliard, Tim Abromaitis, Nikos Chougkaz, Sander Raieste, Marcelinho Huertas, Adam Hanga... Demasiados para ser una casualidad.
 

Las piernas, más bien la falta de ellas para llegar a puntear los tiros lejanos, parece la causa más influyente en este problemón. Jugadores veteranos, unos con varias lesiones y otros poco dotados para labores de destrucción. Una mezcla muy peligrosa. 


Porque el Leyma sale bien parado en bastantes de las estadísticas habituales. Décimo en puntos a favor (86,4) y valoración (92,6), séptimo en rebotes totales (35,4), noveno en ofensivos (9,4) y en en tiros de dos (55,3%), duodécimo en acierto en triples (35,1%) y tercero en asistencias (20,4), solo por detrás del Valencia (22,1) y el Unicaja (21,3), segundo y cuarto clasificados, respectivamente, de la fase regular. Son guarismos que no encajan con un colista y descendido por la vía rápida.


La otras sombras aparecen en el arte de conservar el balón, en el de birlárselo al rival –una parte de la defensa– y en el de encarar el aro desde los 4,60 metros. Los de Epi figuran en el octavo puesto de más balones perdidos (13,3), más del doble que los recuperados (6,4), apartado este en el que cierran el ranking. Cerca del farolillo rojo acabaron en tiros libres: antepenúltimos, con un 73,5% de acierto, por el 72,5% del UCAM y el Joventut. 
 

En el plano intangible de la sensaciones, inmejorables en el inolvidable debut, ante el vigente campeón, el Real Madrid, abatido con un 3+1 de Yunio Barrueta a dos segundos del bocinazo final y tras remontar un déficit de 14 tantos en el cuarto periodo. 


Buenas vibraciones que no tardaron en evaporarse. En la tercera jornada, en Andorra, cayó la primera de las 13 centenas en contra (otro récord histórico de la ACB de 18 equipos). Pudo haber sido únicamente un mal día atrás. Pero no. Fue un aviso.


La paliza (110-86) al Zaragoza en la quinta jornada hizo albergar esperanzas de una salvación sin apuros. Acentuada por dos éxitos seguidos a domicilio, y además ante rivales directos, 101-106 (tras prórroga) en Lleida y 81-98 en Girona. Cinco triunfos en 11 jornadas, un tercio de la regular. Salían, sobradas, las cuentas de la docena que, sobre el papel, garantizaba la salvación.


Y llegaron las lesiones. Y las enfermedades. Y nueve derrotas consecutivas. La más dolorosa, en casa contra el Bilbao Basket; la humillante, en Vitoria (114-66), la segunda más amplia de la historia del club.


En el sexto encuentro de esta fase debutó Thomas Heurtel. Un fichaje tan rimbombante como innecesario, toda vez que Brandon Taylor estaba moviéndose entre la aristocracia de los bases de la ACB e Ingus Jakovics estaba cumpliendo su papel. El francés aportó números, incluso un partido memorable en Badalona –donde, paradójicamente, erró el tiro para ganar–, pero el equipo únicamente ganó un duelo, al Lleida en el Coliseum, de los ocho que jugó.

 

Segundo túnel

Tras este éxito, nuevo túnel: seis derrotas encadenadas. Muy dañina ante el  Breogán Coliseum (98-106) y devastadora en Valencia (127-81), donde la imagen fue la de un Leyma entregado. La (casi) puntilla la dio el Girona ganando en el multiusos herculino (89-99), en la que sería la última aparición de Heurtel, KO por un problema en una rodilla que requirió cirugía. 


Sin el galo, dos victorias más, la obligada –con susto final– ante el Granada (93-89) y la sorprendente (93-92) contra el irregular Barça. Ambas en un tramo donde Taylor volvió por sus fueros y el Leyma mostró una muy buena cara, rozando el éxito en Málaga, Tenerife y Zaragoza, a pesar de la precariedad de efectivos. Tres opciones de triunfo abortadas por la falta de batería (piernas) en los minutos finales. 


Pero no habían pasado ni 72 horas del triunfo ante los culés cuando cayó el descenso matemático, con derrota (79-67) en un mal partido en Bilbao. Un año y un día después del histórico ascenso. La condena de volver a la siempre feroz segunda categoría. 

 

Estadillo

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