Ilusión contra la sequía
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Ilusión contra la sequía

Ilusión contra la sequía
Una pescadora en Monterroso, en el Alto Ulla, donde este cauce ‘acaba de nacer’ | trueiro

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No se auguraba un día de pesca espectacular y no lo fue salvo en contados lugares. El caudal de los ríos marcó la apertura, como es obvio, y a pesar de los ríos bajaban con color tras las ‘cuatro gotas’ de la noche del sábado, la realidad es que la sequía invernal, la más severa de los últimos cincuenta años, hace que nuestras arterias de agua estén bastante escasas. Ya ni hablemos de los ríos que tienen una presa (o más) en sus entrañas.


Pero la ilusión de los pescadores se impone a todo. Ayer triunfaron los que madrugaron. Las mejores capturas fueron antes de que el día mandase, con la noche despidiéndose. ‘O día vai ser para descansar e voltamos ao sereno’, comentaba un troiteiro desde el emblemático coto de Aranga. Y lo cierto es que la jornada fue parecida en toda Galicia. Independiente de la lámina de agua. En Vilagudín, un ejemplo dentro de los embalses coruñeses, sucedió casi lo mismo. Ni desde los ‘patos’. Hubo picadas y salieron buenas truchas a primerísima hora y la mayoría no volvió a tocar escama hasta el final de la jornada.


Los cupos

Tampoco se puede hablar en este primer día de desveda de muchas capturas. Aunque los cupos son bajos, en determinados ríos coger seis truchas es complicado. No así en otros, evidentemente, pero hay muchos cauces en los que la contaminación ha acabado con numerosas poblaciones no solo de salmónidos, sino de parte de la fauna de los mismos y de su ecosistema en general. No solo los ríos. Tenemos gran parte de nuestro medio en condiciones que no deberían pasar tan desapercibidas.


Los ríos costeros no fueron los de otros años, salvando algunos clásicos como Baio. Lo mismo se puede decir del interior de la provincia coruñesa con los cotos y libres del Tambre, que también ejemplifica el arranque dominical.


Los que optaron por Lugo se encontraron algún grado menos, alguna captura más, y una jornada en la que se notaba el Nordés. Eso contaban, por ejemplo, desde el Ulla en Monterroso.


Hace años había aperturas en las que a primera y última hora se sabía que se iba a pescar con éxito casi indudable, pero también que durante el resto del día, habría una ‘horita’ por la mañana y otra por la tarde en la que los peces se iban a mover, iban a tener más actividad y se iba a pescar más. Un día de pesca ‘bueno’.


Esto ocurría con frecuencia. Una jornada así, en los tiempos en los que vivimos, es para apuntar en la agenda, sacar fotos y que quede constancia. Para los pescadores que tienen un día a la semana, nada más, para ejercer su pasión, el río se ha vuelto más complicado que antes por muchas razones. ‘Acertar’ con esa jornada en la que las pintonas van a querer nuestros cebos es más complicado que la Bonoloto.


Todas las artes

La nunca bien ponderada miñoca no faltó a su cita con los troiteros enfundados en sus botas de gaviota y con sus varas largas. Los pescadores de regatos son maestros y es raro que, aunque el día no sea el mejor como ayer, no consigan algunas capturas. Al igual que los pescadores de cucharilla, que en Galicia siguen siendo legión, en algunos ríos con colores pardos por la lluvia nocturna. Una lluvia que en algunas zonas no se vio o no en la forma esperada. Más orballo que gotas primaverales. La ninfa fue el arte mosquera.


En definitiva, arrancó la temporada como esperaba todo el colectivo. “Hay poca agua, pero algo pescamos y no llevamos un golpe. Y aquí se está mejor que en ningún lado”, comentaba un padre orgulloso viendo a su chaval sacar sus primeras truchas del agua. Comenzó el curso pesquero, con dudas y hasta resignación. Pero también con una ilusión inquebrantable, y mañana, San Pedro mediante, volvemos al río.


Preocupados no solo por el futuro pesquero

A pie de río se nota que los pescadores están preocupados. No solo por que pesquen menos, sino porque ven que los cambios en la naturaleza están acelerando el declive de muchas zonas que recuerdan de otra manera.


“Este tramo tiña moita troita, este río estaba limpo, esta explotación non existía...”. Es evidente que no se puede luchar contra el progreso porque de él comen las personas, pero no lo es menos que hay que crecer de manera ordenada.


Los ríos son los primeros indicadores de la salud del país y todos conocemos unos cuantos con vertidos (pensemos en tres...). Y los troiteiros advierten que la cosa pesquera está en claro declive.


Tampoco se ve un claro relevo generacional. Hay más presencia de pescadoras, de familias pescando, pero la tendencia es contraria. El tan mentado, tan pésimo dato, de que hemos perdido 60.000 licencias de pesca en los últimos años, ¡sesenta mil! es tan claro como demoledor.


Ante todo ello los pescadores poco pueden hacer. Disfrutar de sus ríos, intentar dejarlos si es posible más limpios que cuando lleguen (no igual, más), ser sostenibles con las capturas, cumplir con la orden de vedas y respetar al compañero que está pescando a unos metros de ti. O sea, lo que llevamos haciendo toda la vida. Pescar.

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