La inercia ganadora del Racing hace que el equipo ferrolano arrase juegue contra quien juegue. El Laracha, que en el anterior partido en casa se había cargado al Compostela (5-1), tuvo poco que hacer, y más tras haber cometido graves errores de inexperiencia, ante un rival que tiene al mejor futbolista de la categoría. Pablo Rey marcó otro par de goles y ya van 26.
Que el Municipal da Laracha no es A Malata es de sobra conocido, pero el Racing lleva al extremo su juego directo –en ocasiones parece que despreciaba la pelota– en campos de césped sintético no muy grandes. Tal vez haya sido una prueba de cara a una eliminatoria dura en la fase de campeones, pero al equipo de Emilio Larraz le sobraron los mediocentros ante el Laracha porque ningún balón pasó por ellos.
Hasta los saques de banda desde tres cuartos de campo hacia delante fueron siempre a la olla: de las manos de Villarejo a la cabeza de Garrido, que se incorporaba a cada acción de ese tipo como si estuviese jugando contra el Dorneda en O Condús o como si se tratasen de saques de esquina en un campo normal. Incluso Quique Fornos, problablemente el central con mejor salida de balón de Tercera División, se olvidó de controlar el balón, como si estuviese avisado de que llevarlo al piso supondría, automáticamente, un gol en contra.
Pablo Rey es tan bueno en Tercera que, como si de un videojuego se tratase, tiene que superar retos en cada partido. El de ayer contra el Laracha consistía en marcar de cabeza en una jugada a balón parado. Es imposible que lo consiga en saques de esquina o faltas laterales porque él es el lanzador, así que se animó a ocupar zona de remate en un saque de banda ejecutado por Seoane. La pelota superó la primera disputa área en el primer palo sin que hubiese despeje ni remate, dio un bote y llegó al segundo, desde donde el ‘10’ racinguista cabeceó (0-1) cerca del palo derecho de la portería de Santi Canedo.
Una de las pocas lagunas defensivas del Racing en una acción área fue la que dio lugar al 1-1. Villarejo, que le saca una cabeza a Iago Novo, no fue capaz de despejar un desplazamiento de unos 50 metros. El lateral zurdo midió mal, el cuero tocó césped y llegó a Adri, que hizo un gran control orientado y, con el empeine exterior, soltó un latigazo que sorprendió (1-1) a Diego Rivas.
El partido estuvo igualado más de media hora pero dos errores de inexperiencia del Laracha le dieron los tres puntos al Racing. Primero falló Víctor al cometer un penalti infantil sobre Juan Antonio –Pablo marcó desde los once metros con un disparo al medio– y cinco minutos después la ‘lió’ Kanouté con una incomprensible cesión en la que le dio el balón a Juan Antonio y este a Armental, que definió (1-3) de caño.
