Daniel Miguel González Fernández (Cambre, 1982), conocido en el mundo del fútbol como Dani Xelo, cuelga las botas. Después de más de dos décadas de goles y de hacer la vida imposible a las defensas del fútbol gallego, el delantero se retira de la práctica del fútbol tras una carrera repleta de éxitos en casi una decena de equipos.
El punta ya se hizo con un hueco en la plantilla del San Tirso de Tercera Autonómica cuando todavía era cadete y esa misma temporada logró el ascenso. Posteriormente, durante su etapa como juvenil militó en el Deportivo y en el Calasanz, donde finalizó tercero en Liga Nacional.
Betanzos fue su primer destino cuando se adentró en edad sénior y allí pasó cuatro temporadas hasta que fichó por el Laracha de José Luis Vara, donde llegó a disputar el playoff de ascenso a Segunda B con un rol protagonista que ya no abandonaría en el futuro. Betanzos de nuevo y Bergantiños después volvieron a disfrutar de sus goles un curso cada uno hasta que Dani decidió fichar por el Racing Villalbés, una de las mejores decisiones de su carrera. En A Magdalena se sintió como en casa y contribuyó de forma determinante en el crecimiento del club.
Cerceda fue su siguiente destino y volvió a acertar. Dos campañas y dos fases de ascenso a Segunda B hasta que decidió completar el círculo volviendo al San Tirso, su última parada como futbolista. Tres temporadas completas y dos medias en O Monte, donde consiguió ascender a Preferente, asentar al equipo en la categoría y proclamarse campeón de la Copa de A Coruña.
¿Por qué has decidido colgar las botas?
Es una decisión que últimamente llevo valorando por varios motivos: la edad, por las sensaciones, por lo que cuesta tener continuidad y coger el ritmo de competición tras una lesión... Las pequeñas lesiones, cuando quieres volver a retomar la competición, te hacen tardar demasiado en volver a coger el ritmo, así que prefiero dejarlo con buenas sensaciones antes que arrastrarme.
¿La pandemia y el abrupto final de la pasada temporada han influido en tu decisión?
No. Lo tenía bastante claro, me faltaban estimulos. No tenía ese cosquilleo en el estómago antes de los partidos. Cuando falta esa motivación para salir a competir, no se disfruta igual.
¿Pensaste en dejarlo en veranos anteriores?
Lo había valorado el año que conseguimos el ascenso a Preferente con el San Tirso. Había parado hasta enero y en enero lo había retomado. El equipo estaba corto de efectivos, me engancharon otra vez y luego le di continuidad hasta ahora.
¿Hay alguna posibilidad de que des marcha atrás?
No, esta vez es definitiva, no hay marcha atrás. Son tres años desde aquella vuelta y no son las mismas circunstancias.
Tu último equipo ha sido el San Tirso. ¿Qué balance haces de tu paso por el club?
Cuando me incorporé estaba en Primera Autonómica y creo que el club se fue consolidando y adquiriendo una estabilidad que le ha llevado a estar cómodo en Preferente, sin pasar excesivos apuros. Ahora hay un grupo joven que considero que le va a permitir estar en la categoría durante varias temporadas. A nivel individual, llegué al club con 15 años y durante mi carrera tuve esa sensación de querer volver a jugar en el San Tirso. Cuando dejé el Cerceda tuve la oportunidad de continuar en Tercera tras jugar el playoff de ascenso pero decidí volver al San Tirso mientras todavía pudiese ser de ayuda. Me voy contento del club después de haber aportado mi grano de arena.
¿En el San Tirso entendieron tu decisión de retirarte?
Sí. Esa una decisión que entendieron perfectamente. Ya tengo 38 años y ya todo el mundo del club sabía que me estaba costando un poco por las lesiones y por los parones que tenía que hacer. Además los jóvenes vienen apretando y es un proceso natural del futbolista.
¿Te animaron a seguir?
No intentaron convencerme, ya tenían asimilado que iba a parar. Además, para los entrenadores todo lo que sea tener gente joven con más hambre es mejor para el club y para ellos.
¿Con qué te quedas de tu etapa en el San Tirso?
Me quedo con el año del ascenso a Preferente. Fue un año magnífico en el que empezamos con una primera vuelta dubitativa y luego hicimos una segunda vuelta espectacular. Me quedo con O Monte a reventar de gente el día del partido de Agolada. El pueblo volvió a disfrutar del equipo y el sentimiento verde, que estaba dormido, despertó un poco. También me quedo con la temporada siguiente en la que mantuvimos la categoría cuando estaba difícil y con el hecho de jugar la final de la Copa de A Coruña en Riazor y ganarla. Son buenos momentos que han ido apareciendo en el club como consecuencia de las cosas bien hechas anteriormente.
¿Alguno de esos tres momentos está por encima?
Si me tengo que quedar con una cosa, me quedo con el ascenso. Cuando llegué al club el primer objetivo era ascender y se consiguió. Es el momento que mas satisfacción personal me produjo porque es el trabajo de un año entero.
Prefiero dejarlo con buenas sensaciones antes que arrastrarme
¿Tienes alguna espina de tu paso por el San Tirso?
Me gustaría haber tenido estos dos últimos años más continuidad. Las lesiones me privaron de ello, pero es algo normal.
Desde que debutaste con el primer equipo sénior del San Tirso has pasado más de dos décadas buscándote la vida contra defensas rivales. ¿Pensabas al principio de tu carrera que ibas a dar tanta guerra?
Los comienzos en Tercera División, que se puede decir que es la realidad del fútbol, fueron difíciles. Hay plantillas veteranas con jugadores que conocen la categoría y es difícil entrar. Esos primeros años fueron complicados pero me gusta tanto el fútbol que tuve paciencia. Me gustó aprender de los jugadores veteranos y después de cuatro temporadas en la categoría, a la quinta empecé a ser importante en los clubes en los que estuve.
¿Te arrepientes de alguna decisión tomada a lo largo de tu carrera?
Todo lo contrario. Si hago un repaso de mis decisiones a la hora de elegir equipo, me doy cuenta de que fui un afortunado porque siempre elegí clubes en los que las cosas fueron bien. En el Laracha jugué el primer playoff de ascenso de la historia del club y en Villalba también jugué la fase y también fue la primera vez del club. En Cerceda, aunque ya estaban habituados a jugar playoffs, también jugué dos, así que no tengo ningún arrepentimiento de nada. Tuve suerte en todas las temporadas, salvo quizá una temporada en Betanzos en la que había muchas expectativas y no salieron las cosas. No estuve ni estuvimos a la altura de las expectativas.
¿Tienes algún partido grabado en tu memoria?
Hay dos partidos que tengo grabados por culpa de las lesiones, que me marcaron. En mi segunda temporada en Cerceda estaba en un buen momento y jugando en Cangas me rompí el ligamento lateral interno de la rodilla. Ya noté en ese momento que la rodilla no estaba estable y ya me di cuenta. Y el otro fue en Villalba. Nos estábamos jugando entrar en playoff, quedamos quintos al final, y hubo una entrada fortuita en la que me rompí el tobillo y estuve siete meses fuera. Los tengo grabados porque estaba en un buen momento y sobre todo al año siguiente de la lesión de tobillo me había costado arrancar. Esa lesión me dejó mal sabor de boca porque ya había renovado y en la primera parte de la liga no había estado al cien por cien. Estaban Cata y Peli en el equipo, que eran dos entrenadores increíbles, y tenía esa responsabilidad.
¿Y ahora qué? ¿Ya te ha tentado algún equipo de Veteranos para matar el gusanillo?
Me llamaron de Veteranos pero a día de hoy no tengo ningún estimulo para jugar en Veteranos. No me apetece para nada. Me dicen que con el tiempo me volverán las ganas pero a día de hoy todavía no.
