La frustrada temporada 2019/2020, que asomaba como la mejor de la historia del Basquet Coruña, ha dado paso a la habitual reconstrucción nuestra de cada año, aunque en esta ocasión ha sido menor en novedades (hubo cinco renovaciones) pero el edificio es más alto y consistente.
Trece hombres, un número inusual incluso en la mayoría de clubes de la ACB, tiene a día de hoy la plantilla que dirigirá Sergio García, por segunda campaña consecutiva.
Un grupo repleto de calidad, físico y equilibrio del que, sin temor a pecar de triunfalistas, podemos decir que –sobre el papel, siempre sobre el papel– es el mejor del club herculino desde que en el curso 1996/1997 empezó, en la EBA, su existencia.
Los bases cubren todo el espectro del director de juego. El genial Zach Monaghan es ideal para ritmos altos, romper atascos y levantar al público de sus asientos; Gaizka Maiza, para controlar el partido con un ritmo bajo; Augustas Peciukevicius, para todos los terrenos, sobre el físico, donde sus 195 centímetros se imponen a cualquiera; y Pablo Ferreiro, para aportar explosividad joven.
Cuatro atletas
Completan el ‘backcourt’ Dago Peña, un superclase que aporta en todo y selecciona muy bien sus tiros; Osvaldas Matulionis, un francotirador fortísimo y que ayuda mucho en el rebote; Taiwo Badmus, un atleta excepcional , poderoso reboteador y anotador tanto en penetración como desde el exterior; y otra roca, Romaric Belemene, gran defensor, reboteador y anotador cuando hace falta, con muy buenos porcentajes de acierto en lanzamientos de dos puntos.
Para el poste alto, Sergio García cuenta con la experiencia y el trabajo a destajo de Javi Vega –las últimas nueve temporadas en la ACB–, el rendimiento asegurado cercano al aro de Mouhamed Barro; y la amenaza constante, tanto desde dentro como desde el perímetro (45% de acierto el curso pasado en el Oviedo) de Rolandas Jakstas.
En el poste bajo, el academicismo ‘old school’ de Perris Blackwell, un tipo duro como el titanio y que nunca hace lo que no debe; y la prometedora juventud de Abdou Thiam, muy grande (2.11 metros) pero casi tan veloz como un alero, con una capacidad de salto descomunal y, dato importante en un pívot –y más en uno joven–: es un excelente lanzador de tiros libres. La campaña pasada pintó, en la poca cancha que le dio García, esbozos de futuro jugador dominante.
Hay ganas de que arranque un curso todavía sin fecha de inicio, y de que que las lesiones (o las fugas, como ya ocurrió en el pasado) no afecten a un proyecto que apunta al gran salto. El que lleva a la ACB. l
