Bochorno en el Bernabéu
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Bochorno en el Bernabéu

Bochorno en el Bernabéu
Los jugadores de la Real Sociedad celebran su cuarto gol ante del Real Madrid ante la desesperación de la afición local | EFE/Kiko Huesca

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La Real Sociedad dio una exhibición de estilo en el Santiago Bernabéu, en la máxima expresión de la apuesta futbolística de Imanol Alguacil, para dinamitar la Copa del Rey de las sorpresas eliminando a un Real Madrid que regresó al pasado, vulnerable en una competición maldita para Zinedine Zidane.

La Real Sociedad dejó un recital para el recuerdo para lograr su pase a semifinales tras desenchufar al equipo en mejor forma, un Real Madrid que cortó con estrépito su racha de 21 partidos sin perder, en una nueva noche negra en una competición a la que no toma la medida.

Le faltó tensión al Real Madrid de inicio, como si no estuviese avisado de una Copa repleta de sorpresas y de la entidad de una Real Sociedad que asocia su nombre al buen fútbol. Con personalidad y gusto por el balón, siempre encontrando espacios para la velocidad de Isak que sacó las vergüenzas de la zaga madridista como hacía tiempo no ocurría.

De golpe el Real Madrid fue desorganizado y vulnerable, todo lo contrario a lo logrado por Zidane en una reconstrucción que tenía mérito. Añoró la figura de Casemiro y acusó la falta de tensión. Los laterales hacían aguas y los centrales no daban a basto. Ante la falta de control la moneda al aire podía caer de cualquier lado. Benzema se topó con Remiro, seguro abajo, y Militao salvaba la primera lanzándose a la carrera de Januzaj cuando armaba el disparo.

 

Fútbol de nivel

Era el inicio a momentos de gran fútbol de la Real Sociedad. Sin sufrir nada salvo cuando el balón le caía a Vinicius y con una identidad como equipo que pone en valor a su técnico. Si Brahim lanzaba carreras contra el mundo con el deseo de brillar, Odegaard aparecía para ser decisivo. A los 22 minutos recogía un rechace de Areola a disparo seco de Isak y encontraba el espacio entre las piernas de Militao y Areola para adelantar a su equipo en el escenario donde le esperan con los brazos abiertos.

La reacción madridista exhibió más orgullo que fútbol. Lo puso un Vinicius veloz y descarado. Recuperó de golpe la imagen que tanto ilusionó al madridismo pero con la que se perdió todo el pasado curso. Fue un diablo imposible de frenar y eligió bien la resolución de las jugadas. Benzema no acertaba en el golpeo. Tampoco Kroos tras acciones del brasileño que despertaban a la grada.

En el descuento el Madrid apretó pero ya sin capacidad.

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