Vicente Celeiro, mucho más que un gol mesiánico
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Vicente Celeiro, mucho más que un gol mesiánico

Vicente Celeiro, mucho más que un gol mesiánico
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Vicente Celeiro Leal (Vilalba, 30-V-1962) marcó época en el RC Deportivo de Segunda División de los años ochenta; un talento proveniente de A Terra Chá que vistió una década la zamarra del club más emblemático del fútbol gallego e incluso llegó a portar el brazalete de capitán.

De discurso fluido y gesto siempre amable, la nostalgia le invade por momentos al hacer ejercicio de memoria y refrescar su paso por el Depor para los lectores de dxt.

Apenas levantaba dos palmos del suelo cuando este pequeño proyecto de futbolista se ilusionaba haciendo diabluras con un balón. 

“Como todos los niños de pueblo empecé jugando en la calle, en el colegio, en el instituto, para después pasar poco a poco al equipo de allí, que era el Villalbés. Empecé muy niño porque a los 14 años ya me vine para A Coruña”, dijo.

Cuando tenía 14 años fueron a buscarme a Vilalba del Depor, entre ellos Manolete

Y es que el RC Deportivo consiguió adelantarse a otros clubes en la captación de un talento emergente.

“Fueron a buscarme a Vilalba varias personas del Deportivo, entre ellos Manolete; tenía algo de fama en toda la provincia, decían que era un joven que jugaba muy bien en la etapa escolar. Este rumor llegó a oídos de gente muy deportivista que había en Vilalba, que tenían el café-bar Roca, los fundadores de la primera peña del RC Deportivo. Estaban interesados en llevarme para el Depor y se adelantaron a otros equipos como el Celta, que también me seguía. Vine a A Coruña en parte por ellos también”, dijo.

Vicente relata su experiencia cotidiana como un adolescente afincado en la urbe herculina, donde fue creciendo como deportista y persona.

Vivía en una pensión en Los Olmos; no era duro porque la ilusión de mi vida era ser futbolista

“Vivía en una pensión en la calle de Los Olmos, para mí no fue duro porque ser futbolista era la ilusión de mi vida. La distancia era corta respecto a mi casa pero supuso separarme de mi familia. Estuve un mes en la casa de Sertucha, conviví con los jugadores del Fabril, que eran algo mayores, como José Luis... Comíamos en un bar de Riazor que se llamaba El Penalti”, rememora.

“Estudiaba en la Academia Galicia, en la zona de Rubine, era privada y había gente interna, después me fui para el Masculino. Era estudioso y responsable. Tampoco había mucho más que hacer en la ciudad que jugar al fútbol y estudiar. Manolete, Luis Ucha y Orlando del Orillamar nos cuidaban mucho, me ayudaban en cualquier problema que tuviera. Los dos primeros están ahora en la Asociación de Veteranos del club y me trae muy buenos recuerdos cuando me reencuentro con ellos”, agregó.

Finta a finta y gol a gol, Celeiro fue coqueteando cada vez con mayor intensidad con el fútbol de élite.

“Empecé en el Deportivo en Juveniles, tres años, para posteriormente jugar en el Fabril con Rodríguez Vaz. El primer equipo iba mal, cesan al entrenador y suben al del filial y el nuevo te lleva con él. Pepe Martínez fue destituido en el Depor. Subimos Bandín, Agulló y yo. Esos fueron mis primeros pasos en el mundillo profesional. Apostaron por mí y respondí bien”, expresó.

Debuté como Sub-20 en un Deportivo-Arandina en 2ªB en un Riazor en obras

“Debuté como Sub-20 en casa en un Deportivo-Arandina en Segunda B, el estadio estaba en obras por la reforma del Mundial 82. Había hecho ya la pretemporada en Portugal con el primer equipo y ya conocía a los compañeros”, reconoce.

A pesar de su carácter afable y personalidad abierta, al joven delantero le costó integrarse en el Depor debido a las distancias existentes entonces en el seno del club herculino. “Había un vestuario con muchos veteranos y no nos acogían a los jóvenes tan bien como ahora, era más duro. Eran exigentes y distantes. José Luis, Jorge, Traba, Piña, Ballesta o Castro nos ayudaban pero había mucho respeto”, confiesa.

En tiempos de más sudor que terciopelo sobre el terreno de juego de Riazor, el ‘sempiterno’ 7 deportivista vivió numerosos sinsabores a nivel futbolístico.

Tuve ofertas para irme pero me sentía bien en el club; era casero y ‘morriñento’

“Los primeros años en el Depor fueron bastante malos, una temporada podías luchar por no descender y a la siguiente por ascender. La Segunda División era así. Estuve diez temporadas en el club. Tuve ofertas pero me sentía bien en el club y era muy casero. Al final fiché en el Celta por cercanía. Era ‘morriñento’. Armé una polémica importante porque fiché por el Mallorca pero no se pusieron de acuerdo por mis derechos de formación y me vine de vuelta a Coruña”, dijo.

Al final fiché en el Celta por cercanía, pero también para poder jugar en Primera 

Al margen de su carrera en el RC Deportivo, este atacante subraya su satisfacción por haber defendido la camiseta de España en categorías inferiores.

“Llegué a jugar un partido con la Selección Sub-21 ante la Holanda de Gullit, Van Basten y Rijkaard; era el único jugador de Segunda en la lista, para mí fue un orgullo”, expresó.

Considerado “el nuevo Amancio” por un sector de la prensa herculina, causó un revuelo al marcharse a las filas del eterno rival, el Celta de Vigo, en verano de 1989 para acariciar la Primera División.

“Me fui al Celta por aspiraciones deportivas, para poder jugar en Primera pero esta decisión no sentó nada bien en aquella época. Me lo reprocharon mucho. Era un jugador carismático del Depor y te vas al rival. Si supiera que mi equipo iba a ascender contra el Murcia dos años después no me hubiera ido pero el fútbol es así”, prosiguió.

El exjugador pone de relieve la relevancia de la llegada a la presidencia de un hombre que cambió la historia del club. “Lendoiro empezó en una época mala, con un equipo en una preocupante situación económica; ahora hay una masa social amplia, antes era distinto, iban al estadio 5.000-6.000 personas, tuvo mucho mérito”, detalla.

En sus diez ejercicios en A Coruña, tuvo el placer de conocer a técnicos y jugadores que contribuyeron a que el club diese un giro de 180 grados. “Arsenio era muy paternal, tenía pocas herramientas y hacía un equipo muy competitivo y trabajado. Siempre me llamó ‘neniño’, antes que a Fran”; A José Ramón y al propio Fran los acogí con mucho cariño porque llegaron al club en las mismas circunstancias que yo. Mi compañero de habitación era José. Fran creo que fue el mejor jugador nacional del club de largo en toda su historia”, especificó.

De su andadura en el Depor se queda con “el dominio de todas las facetas de Silvi, la calidad de José Luis, Peralta, Pancho García u Ortiz, y el remate de cabeza de Traba”.

Su tanto salvador, en la retina

Ante el Rayo salimos cagados; lloré de los nervios

El 22 de mayo de 1983 Vicente Celeiro encajó uno de los golpes más duros que el fútbol le ha dado al RC Deportivo de La Coruña, en una jornada final de Liga en que un empate hubiera bastado para el ascenso ante un Rayo Vallecano que venció contra todo pronóstico 1-2.

“Fue el palo más duro en la historia del Depor, me recuperé por la edad que tenía, era muy joven. Si me coge con 30 años acabo en Conxo —bromea—. Salimos cagados al campo, recuerdo que había llorado de los nervios. En casa ese año arrasábamos y teníamos todo a favor”, dijo.

Justo cinco años más tarde, el azar le brindó la oportunidad de resarcirse ante el Racing de Santander, también en la jornada postrera, anotando un tanto en el añadido que salvó al club de caer al abismo y a una posible desaparición. “Es agradable que me recuerden por esta jugada porque estamos hablando de ella 30 años después; entré en la historia del Deportivo y es muy agradable ser parte de ella y hasta que te reconozcan por la calle”, precisó.

Como anécdota, Vicente Celeiro aclara que se topó con el recogepelotas al que desplazó, producto de la euforia, tras la consecución del 1-0 ante el Racing. 

“Al chaval al que aparté en el gol de 1988 me lo encontré tiempo después en la calle de los vinos, me lo presentaron y era un mastodonte impresionante. Le dije: “Somos amigos para siempre”, bromea.

Aunque el tanto lo colmó de gloria, Vicente confiesa antes de concluir su intervención que “mi gran sueño fue siempre meter el gol del ascenso, no el de la salvación. Mi anhelo era jugar en Primera con el Deportivo”.

Vicente Celeiro, mucho más que un gol mesiánico

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