La visita del líder exigía un campo engalanado y así lo entendió Riazor, que lució su mejor entrada de la temporada, con 24.345 espectadores.
La afición iba entrando de forma escalonada en un feudo coruñés que vivía su segundo partido en una semana.
En un día soleado, pero muy frío, la hinchada recibía con una gran ovación al equipo, de nuevo luciendo sus rayas verticales, que, salvo cambio, se tornarán en horizontales de cara al próximo compromiso liguero de los coruñeses.
El inicio valiente del Deportivo envalentonaba a su grada. No importaba que estuviese delante el líder, los blanquiazules han recuperado la fe perdida, y ahora con una renovada confianza, después de tres jornadas sumando de tres, afrontan los partidos con otra mentalidad.
EL VAR
El videoarbitraje puso intriga al final del duelo, pero no señaló nada punible
Unos primeros cuarenta y cinco minutos que ya encendían Riazor por muchos motivos. Por una parte, las ocasiones coruñesas, en las botas de Aketxe, de nuevo el recurso de balón parado, y de Sabin Merino, que a punto estaba de marcar ante Cifuentes.
Pero, lo que más indignaba a la grada era un penalti no señalado por mano, que entendían que se había producido en el área gaditana. Y alguna que otra decisión de Gorostegui, que bajo su punto de vista estaba siendo muy permisivo con el juego duro y bronco que en muchas ocasiones practicaba el Cádiz.
Explosión
Comenzaba la segunda parte con el 0-0 inicial en el luminoso y las gargantas preparadas para seguir animando a los coruñeses. No defraudaban los jugadores a su hinchada, dándoles motivos para celebrar.
Gaku, recuperado por Fernando Vázquez para la causa, enviaba un pase al hueco a Sabin Merino, que solo ante Cifuentes, batía al experimentadi arquero del Cádiz con un disparo cruzado. Alegría
desatada en la grada, el plantel y los suplentes celebrando en el banderín de córner y hasta Fernando Vázquez, que se sumaba a la piña, y que sería posteriormente amonestado por el trencilla por ello.
AMONESTADO
Vázquez, que corrió la banda, fue amonestado por ‘hacer piña’ en la celebración
Un estadio que se divertía como hacía tiempo que no lo hacía, un equipo que había recuperado la fe en sí mismo y un entrenador que no será mago, pero que ha conseguido renovar la fe de sus ‘feligreses’.
Minutos de agobio del Cádiz, con más corazón que cabeza, final con suspense por el VAR que parecía que señalaba algo, pero finalmente Gorostegui Fernández indicaba que no había nada punible.
Pitido final, quinta victoria del curso, cuarta seguida, beso de Vázquez hacia la grada y todo el estadio cantando al uníseno “Sí se puede”.
