Pedro Tomé, el central del pañuelo del RC Deportivo
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Pedro Tomé, el central del pañuelo del RC Deportivo

Pedro Tomé, el central del pañuelo del RC Deportivo
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Pedro Tomé (Teixeiro, 30-IV-1930) fue un adelantado a sus tiempos en todos los sentidos; amante del deporte en general, destacó en la élite tanto en el atletismo como en el fútbol, además de practicar también disciplinas tan diversas como el tenis o el motociclismo.

Máximo admirador en su época del defensa deportivista Pedrito, que actuaba siempre con un pañuelo en su cabeza en la década de los 40 y principios de los 50, adoptó este complemento en su atuendo y lo popularizó en todos los equipos en los que militó.

Deportivo, Cultural Leonesa, Valencia, Oviedo, San Fernando y Racing de Ferrol fueron las escuadras en donde Pedro ‘Perucho’ Tomé dejó impronta. Tanto por su contundencia como central como por su calidad humana. 

Después de colgar las botas de modo prematuro a los 27 por culpa de una inoportuna lesión, Tomé también guió al RC Deportivo desde los despachos, ya que ocupó el cargo de secretario técnico de la mano del presidente Antonio González.

A pesar de las lógicas lagunas de un hombre que cumplirá 89 años el próximo mes de septiembre, Tomé efectúa un exhaustivo repaso de su carrera deportiva. 

“Nací en Teixeiro y mi padre tenía una fábrica de quesos —Tomé— que era muy importante, llegamos a exportar a Cataluña, explica”, al tiempo que detalla instantes inolvidables de su infancia.

De niño estaba muy enfermo de tuberculosis pero me curé en la aldea

“Iba a la escuela de Teixeiro pero de niño estaba muy enfermo, tuve tuberculosis, comía muy poco. El médico estaba cansado de mí y mi madre estaba muy preocupada. Decidió mandarme de vuelta a la aldea para que allí me hiciese fuerte y efectivamente. Allí comencé a comer mejor y a ganar fuerza”, describió.

Me gustaba mucho el atletismo; llegué a ser campeón de España de 400 metros vallas

De modo paulatino, el deporte fue convirtiéndose en el ‘leitmotiv’ principal de su vida.
“Me gustaba mucho, el fútbol y  también el atletismo, llegué a ser campeón de España de 400 metros vallas con veinte años. Empecé a correr en el Campeonato Militar, campeonatos organizados para el ejército. Era un chaval bastante fuerte y compaginaba los dos deportes”, afirmó.

En el mundo del balompié pronto comenzaba a sobresalir por su destreza y más que notable estatura.

“En el fútbol le daba bastante bien, era central y mi fuerte era el despeje de cabeza; empecé a jugar en el Deportivo Juvenil, donde coincidí con hombres como Floreal, Lechuga... Jugaba con el pañuelo en la cabeza en honor a Pedrito, que era también defensa del Deportivo y además era alumno de mi madre en la escuela; yo andaba siempre pendiente de él cuando salía de la escuela para que me vieran los chavales de la calle. Iba con Pedrito del hombro y empecé a poner el pañuelo hasta el punto de que esta prenda me resultó ya imprescindible”, subrayó.

Despeje a despeje y chut a chut, fue escalando categorías. Hasta llegar al Deportivo en Primera.
“Jugué en el Español de Santa Lucía y también en el Juvenil del Depor; desde este equipo fui subiendo hasta el Deportivo, debuté en Valladolid en Primera División, en un equipo donde estaba Acuña de portero. Era muy bueno, un tío muy ágil, despejaba de maravilla y más de una vez me llevó por delante con la fuerza que tenía”, ironiza.

“Recuerdo con mucho cariño el día de mi debut, fue importantísimo para mí, estaba un poco nervioso pero me sobrepuse a base de fuerza y confianza. De cabeza no había nadie que me llevara el balón. Cuando sacaba el portero yo cubría siempre al delantero centro y despejaba casi siempre, además repartía para los laterales”, agrega.

Lejos de los oropeles y los contratos multimillonarios, el fútbol de los años 50 se caracterizaba por su rudeza.

De cabeza no había quien me llevase el balón; con el pañuelo no me dolía tanto

“El fútbol en mis tiempos era muy duro, había bastantes lesiones. Costaba mover el balón, pesaba mucho. De hecho, el pañuelo me ayudaba a que me doliese menos al darle de cabeza. Los viajes eran muy largos, íbamos en un autobús y a Barcelona por ejemplo tardábamos un día y medio. Lechuga y González se mareaban mucho y había que parar para que vomitaran. El chófer protestaba porque le manchaban el bus”, bromea.

Internacional con España cuando militaba en el San Fernando gaditano, Tomé apunta a los técnicos más influyentes en su carrera.

“Me entrenó Helenio Herrera, era un buen entrenador, aprendí de él; como jugador era muy fino, actuaba de interior, y veía muy bien el fútbol. Iturraspe me entrenó también en el Valencia. Badenes era quizá el mejor jugador del equipo, un tipo cojonudo”, dijo.

En el plano más humano, siempre se sintió muy bien recibido en sus clubes. “Le caía bien a la gente, creo que era muy bueno con todo el mundo y me tenían cariño”, confiesa.
En cuanto a su vida en la urbe herculina en época de postguerra, Tomé se consideraba un privilegiado.

Vivía en María Pita, éramos ‘señoritos’; teníamos dinero en el bolsillo y admiradoras

“Vivía en María Pita, éramos señoritos (risas). No me puedo quejar, teníamos muchas admiradoras. Había dinero en los bolsillos. Me gustaba salir de fiesta. Me retiré joven porque estaba estudiando en la Escuela de Comercio, me lesioné y mi madre quería que estudiara”, concluyó.

Pedro Tomé, el central del pañuelo del RC Deportivo

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