El dramático cierre de curso de Álex Bergantiños —con la acción en la que la bota de Marc Pedraza impactó en su cara y le provocó una rotura del labio que necesitó 70 puntos para ser reparada— marcó la temporada del capitán blanquiazul, que volvió a ser un ejemplo de profesionalidad y de amor a un escudo.
A pesar de que el club le había cedido al Sporting el curso anterior, el futbolista de La Sagrada quiso regresar para intentar ayudar al Depor a subir a Primera y se convirtió en un pilar en la medular.
Ni Pedro Mosquera ni Didier Moreno ni Vicente Gómez... nadie consiguió arrebatarle el puesto a un jugador clave en labores de contención.
El futbolista de La Sagrada volvió a Riazor, tras un año de ‘exilio’ en el Sporting, y lo hizo por la puerta grande, asumiendo los galones de capitán y demostrando que no estaba dispuesto a claudicar ante ningún competidor por el puesto de mediocentro.
Pedro Mosquera y Didier Moreno eran sus principales adversarios en la medular, pero ninguno de ellos consiguió ofrecer la solidez del experimentado futbolista coruñés, que demostró ser una pieza clave en el engranaje defensivo del equipo al ser el jugador que soportaba el centro del campo y sobresalir en el trabajo de destrucción.
Álex Bergantiños nunca lo ha tenido fácil en el Depor, pese a ser un hombre de la casa. Siempre ha tenido mucha competencia y ha arrancado cada temporada con la etiqueta de suplente, teniéndose que ganar el puesto a medida que avanzaba el curso.
Sin decir una palabra más alta que otra y asumiendo su suplencia cuando le ha tocado, el mediocampista se ganó a la afición blanquiazul una vez más a base de sacrificio, compromiso y profesionalidad.
De hecho, nada más finalizar la intervención médica en la que le repararon el labio, lo primero que hizo el futbolista fue preguntar si tenía opciones de jugar la vuelta de la final del playoff en Son Moix.
Pedro Mosquera y Didier Moreno eran sus principales adversarios en la medular, pero ninguno de ellos consiguió ofrecer la solidez del experimentado futbolista coruñés, que demostró ser una pieza clave en el engranaje defensivo del equipo al ser el jugador que soportaba el centro del campo y sobresalir en el trabajo de destrucción.
Álex Bergantiños nunca lo ha tenido fácil en el Depor, pese a ser un hombre de la casa. Siempre ha tenido mucha competencia y ha arrancado cada temporada con la etiqueta de suplente, teniéndose que ganar el puesto a medida que avanzaba el curso.
Sin decir una palabra más alta que otra y asumiendo su suplencia cuando le ha tocado, el mediocampista se ganó a la afición blanquiazul una vez más a base de sacrificio, compromiso y profesionalidad.
De hecho, nada más finalizar la intervención médica en la que le repararon el labio, lo primero que hizo el futbolista fue preguntar si tenía opciones de jugar la vuelta de la final del playoff en Son Moix.
¡Oh, capitán!
