Diez minutos de fe para una hinchada que estalla
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Diez minutos de fe para una hinchada que estalla

Diez minutos de fe para una hinchada que estalla
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El sufrido aficionado blanquiazul llega al Abanca Riazor al final de la semana con cierta esperanza, después de firmar tablas sin goles la semana pasada ante el CD Lugo.

Ve a su equipo que empieza ordenado, sin conceder ocasiones y tratando de mover el balón con criterio. Pasa el primer cuarto de hora y el Real Zaragoza se va asentando en el campo y teniendo el esférico, lo que provoca los primeros murmullos. El palo tras el disparo de Luis Suárez en el minuto 28 da el primer susto en Riazor. Un aviso que empequeñece al equipo y estremece a la grada.

Tras un carrusel de saques de esquina maños llega el gol, que estaba cantado, y unos segundos de silbidos. Primeros cánticos en contra de la directiva, pidiendo su cese y recordatorio poco cariñoso para Tino Fernández, muy presente para la hinchada. La grada trata de empujar, pero el equipo se encuentra noqueado y se va a la lona al recibir el golpe del segundo tanto. Música de viento para despedir al equipo y gritos de “Directiva dimisión”.

Aire fresco
La entrada de Beto da Silva y Borja Valle al descanso hace creer al respetable. Una dejada de tacón del peruano, que arranca los aplausos de la hinchada, poco acostumbrada este año a florituras, y asistencia para que Valle defina ante Ratón. Explota de júbilo Riazor, que hace tres jornadas que no celebraba un gol y durante diez minutos la afición cree, aprieta y alienta al equipo, recordando la caldera que puede llegar a ser el campo coruñés, ayer con poco más de 13.000 espectadores.

Se asocia Beto con Vicente, dejando varios destellos de la calidad de la que ya ha hablado Luis César y lo seguidores se divierten con su equipo, que acecha los dominios de Ratón. Pero todo es un espejismo. El cambio de Mollejo por Samuele Longo (con pitada incluida desde la grada) coincide con un bajón en el Deportivo.

Imposible mantener ese ritmo y presión para una escuadra que sigue siendo un mar de dudas y que comienza a sufrir las embestidas mañas, que aprovechan los desajustes propios de un equipo lanzado al ataque a tumba abierta. El penalti de Luis Ruiz, claro, enciende aún así a los seguidores que celebran, como si de un gol a favor se tratase, la excelsa parada de Dani Giménez.

Pero el daño ya está hecho, las dudas sembradas y solo es cuestión de tiempo que el Zaragoza, con la confianza que da su posición en la tabla, saque partido. Y lo hace, ante la indolencia de un equipo roto y frente a la perplejidad de muchos seguidores que abandonan Riazor tras el tanto en el 80 de Luis Suárez. A la conclusión, pitada monumental para el equipo y cánticos contra la directiva.

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