Brizzola, talento argentino para un Depor austero
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Brizzola, talento argentino para un Depor austero

Brizzola, talento argentino para un Depor austero
02 octubre 2018 Fotografía del exjugador del Deportivo Carlos Brizzola

Carlos Américo Brizzola Carassus (Buenos Aires, 20-X-1956) vistió la elástica del RC Deportivo las temporadas 83-84 y 84-85; formado en las categorías inferiores de Boca Juniors, deslumbró al estadio de Riazor con su fútbol de terciopelo siempre que sus lesiones se lo permitieron.

Los percances musculares y una inoportuna apendicitis truncaron su progresión en A Coruña, en un Depor de mediados de los ochenta al que arribó cuando todavía estaba abatido por el duro revés del ‘no ascenso’ ante el Rayo Vallecano en un agónico final de temporada 82-83. 

De verbo evocador y discurso fluido, este exfutbolista blanquiazul afincado en A Coruña —donde ejerce como comercial de productos químicos— desgrana su carrera futbolística con suma precisión y elegancia para los lectores de dxt campeón.

Nací en Buenos Aires y empecé a jugar en la calle a los tres o cuatro años

“Nací en Buenos Aires y mi primer contacto con el balón fue a los tres o cuatro años, cuando empecé a jugar en la calle, como todos los de la época. A los siete años ya me metí en un equipo de lo que se llamaba ‘baby-fútbol’ que se juega en pistas de fútbol-sala. Hasta los doce años, toda mi carrera era en campos pequeños, de fútbol 7. A los doce años ya empecé en el fútbol en campo grande, después de regresar de Mendoza a Buenos Aires por motivos laborales de mi padre”, precisa, al tiempo que pone en relieve su paso a un ‘grande’.

“A los doce años entré en Boca Juniors, hice una prueba en La Candela, la ciudad deportiva de Boca. Entré en octava división y año a año vas avanzando, hasta que con 18 años me subieron al filial. En aquella época jugábamos la misma liga de profesionales pero con los equipos de formación. Si se jugaba un Boca-Independiente a las siete, los filiales jugaban en el mismo estadio dos horas antes. Los jóvenes nos acostumbramos a jugar en escenarios grandes, y delante de mucha gente aprendes a llevar la presión, no te asusta la gente ni el estadio”, prosigue.

De modo paulatino sus prestaciones fueron incrementándose hasta el punto de que el primer equipo ‘xeneize’ confió en él en verano.

Jugué con 18 años un River-Boca de filiales ante 30.000 personas, no te asusta

“Hice una gira por Europa en la que jugaba conmigo Pernía —padre de Mariano Pernía—, Mouzo, Tesare y Tarantini. También Trobbiani, Benítez, Potente o Enzo Ferrero, que ya se quedó en el Sporting de Gijón. Después de esta gira, yo entrenaba con el primer equipo pero jugaba en Tercera con el filial. Jugué con 18 años un River-Boca de filiales con 30.000 personas en la grada y con Passarella cubriéndome porque estaba recuperándose de una lesión”, precisa.

Sin embargo y muy a su pesar, la puerta a la titularidad en ‘La Bombonera’ se cerró con la llegada de un nuevo inquilino al banquillo.
“’Toto’ Lorenzo llega a Boca Juniors con un nuevo delantero centro de su mano, Taverna. A mí me pide Banfield como moneda de cambio para abaratar el pase de Taverna. Me dijeron que en Boca no iba a tener minutos y me recomendaron marcharme a Banfield. Allí me fui y a los seis meses hizo una oferta por mí el Sevilla. Yo jugaba de ‘9’ en un sistema 4-3-3, que ya se empleaba en la época. Me ofrecieron tres temporadas en el Sevilla y el club me vendió”, añade.

Sin apenas tiempo para hacer las maletas, el atacante se atrevió a cruzar el charco, con tanta inquietud como emoción, en pleno régimen militar  de Jorge Videla.

En la dictadura de Videla los militares abusaban; si protestabas, a la cuneta

“Estaba nervioso por dar el salto a Europa, pero era un momento en Argentina en el que jugadores muy jóvenes se marchaban de allí. Era en plena dictadura, los militares abusaban y si protestabas, te tiraban a la cuneta... Llegué al Sevilla junto a Scotta, que venía de San Lorenzo. Tenía 19 años, era muy delgado, pesaba 78 kilos...”, señala.

El fichaje del gambiano Biri-Biri por los del Pizjuán le dejó sin ficha de extracomunitario y de allí se marchó cuatro cursos al Salamanca, tres en Primera y uno en Segunda.

Salió de la ciudad ‘charra’ convencido de su fichaje por el Sporting de Gijón, pero el destino lo atrajo a Marineda.

“Mi llegada al Deportivo se forzó porque Boskov me quería para el Sporting, con la carta de libertad. Pero en solo una semana el Sporting ya había fichado y me quedé sin equipo. Un compañero en el Salamanca, Bustillo, también había jugado en el Depor y me recomendó. Vine aquí y hablé con Paco Lodeiro y Corzo”, explica.

Brizzola lamenta que el infortunio le privase de más opciones para brillar en A Coruña. “Estuve dos temporadas aquí pero me persiguieron las lesiones.

En el Deportivo me sacaron 14 jeringuillas de sangre de la rodilla 

En el quinto partido, ante Las Palmas, le hice un sombrero a Félix y me dio en la rodilla; al día siguiente me sacaron 14 jeringuillas con sangre. Fui a Madrid y el doctor Guillén me dijo que tenía varias roturas en la rodilla. Estuve varios meses parado. Cuando Arsenio me vio, me dijo: “Pibe, lo veo —para jugar—”. Al día siguiente, me tuvieron que operar de apendicitis cuando estaba a punto de volver a jugar, tuve muy mala suerte”, confiesa.

“Perdí musculatura y el problema de la apendicitis me retrasó un par de meses más, jugué 10 o 12 partidos solo ese año en la segunda vuelta; al año siguiente, jugué toda la temporada en el Deportivo. Siempre tenía algún que otro problema muscular”, añade.

La afición estaba desencantada, había cemento en muchos partidos

Brizzola efectúa una radiografía de un club triste por todo lo padecido a inicios de los ochenta. “Eran muchos años del Depor en Segunda y la gente estaba desencantada, nos costaba enganchar con la afición, pero una vez que lo intentábamos se volcaban con nosotros. Igual se juntaban 10.000 o 12.000 personas en el estadio, había cemento en muchos partidos”, dice.

Su visión de juego y talento, sin embargo, calaba en un público difícil como el de Riazor. “Me consideraban un jugador de más técnica que garra, metía goles de cabeza también, me partieron la nariz dos veces, la afición me trataba bien, metía goles y me quería. Le marqué goles al Celta, como mediapunta por detrás de Traba. Por la derecha jugaba Vicente Celeiro, en el centro Peralta, José Luis, Agulló...”, subraya.

Brizzola guarda un grato recuerdo del que fue su técnico en su etapa en el Depor. “A Arsenio no le quedaba otra que ser defensivo porque el equipo era de Segunda División y trataba de meterse entre los cuatro primeros, pero si te descuidabas te podías ir a Tercera. Cuando tuvo al ‘Súper Depor’ tuvo que cambiar”, matiza.

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