Edu Expósito ha sido uno de los nombres del cuadro coruñés el último año. El joven mediocampista, que debutó con el Depor en 2017 y afrontó el curso 2018-19 con solo cuatro partidos en el primer equipo, se consolidó como un jugador clave la pasada temporada.
El catalán, dotado de una calidad y una visión de juego envidiables, se erigió en el director del juego, imponiéndose en la medular a jugadores más experimentados como Mosquera o Vicente Gómez.
Tras completar un gran curso, era la gran joya del Depor, que terminó vendiéndolo al Eibar por 4,5 millones de euros, más otro en variables, y el club herculino se reserva el 20% de un futuro traspaso.
El jugador catalán fue una de las grandes sensaciones del pasado curso. Comenzó la Liga en un segundo plano, como un jugador joven, con mucha progresión por delante, pero que todavía no había demostrado nada a nivel profesional, y terminó convirtiéndose en uno de los pilares fundamentales de la escuadra coruñesa.
Su clarividencia a la hora de ver el juego y su capacidad para asistir a sus compañeros le valieron para ganarse el apodo de ‘el Mentalista’.
Pronto se impuso en la batalla por un puesto en la medular a jugadores como Vicente Gómez y Pedro Mosquera, que gozaban de más experiencia, pero que tuvieron que claudicar ante las virtudes del futbolista de 22 años, que se convirtió en el tercer jugador del equipo en número de partidos de Liga disputados, el segundo en asistencias de gol y el cuarto en pases completados.
Le costó entrar en escena, pero a mediados de octubre del pasado año, se consolidó en el once y ya fue uno de los titulares habituales hasta el final del campeonato, tanto con Natxo como con Martí.
Completó los 90 minutos de los cuatro partidos del playoff y repartió una asistencia en cada uno de los dos duelos con el Málaga.
Su clarividencia a la hora de ver el juego y su capacidad para asistir a sus compañeros le valieron para ganarse el apodo de ‘el Mentalista’.
Pronto se impuso en la batalla por un puesto en la medular a jugadores como Vicente Gómez y Pedro Mosquera, que gozaban de más experiencia, pero que tuvieron que claudicar ante las virtudes del futbolista de 22 años, que se convirtió en el tercer jugador del equipo en número de partidos de Liga disputados, el segundo en asistencias de gol y el cuarto en pases completados.
Le costó entrar en escena, pero a mediados de octubre del pasado año, se consolidó en el once y ya fue uno de los titulares habituales hasta el final del campeonato, tanto con Natxo como con Martí.
Completó los 90 minutos de los cuatro partidos del playoff y repartió una asistencia en cada uno de los dos duelos con el Málaga.
Año de despegue
