Adolfo Aldana, el ‘cuarto brasileño’ del ‘Superdepor’
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Adolfo Aldana, el ‘cuarto brasileño’ del ‘Superdepor’

Adolfo Aldana, el ‘cuarto brasileño’ del ‘Superdepor’
22 abril 2016 Fútbol Deportivo Fotografía del ex jugador del Depor, Adolfo Aldana

El inolvidable ‘8’ blanquiazul tiende la mirada atrás y recapitula para este diario acerca de sus primeras patadas a un balón de fútbol, o en este caso de ‘volley’, siempre en espacios reducidos, una destreza que le brindó desde crío un gran toque de balón.
“Empecé como muchos de los niños de entonces en un colegio Salesiano, iba a La Línea de la Concepción, con seis o siete años di mis primeros pasos como jugador; empezábamos un poco como se hace en Brasil, jugando en pistas pequeñas, en una cancha de fútbol sala y con un balón muy vivo, de voleibol. Me ayudó mucho a mejorar el control de balón, a tener buena técnica individual”, explica.
Siempre con una sonrisa en la boca debido a la felicidad que generaba en él la práctica del deporte, iba haciendo sus progresos sin apenas recapacitar sobre ello.
“Primero jugué al fútbol-sala y después al once en una barriada de San Roque, la verdad es que destacaba mucho. Con ocho años jugaba con los de once y era el capitán del equipo. Hoy en día casi sería impensable ese cambio. Quizá lo que me costaba más a mí eran los aspectos tácticos,  era un poco anárquico”, continúa.
El salto a un nivel superior estaba próximo para este larguirucho que deslumbraba por su magia en los pies. 
“En juveniles jugaba con la selección gaditana. Un ojeador del Madrid me propuso hacer una prueba y así llegué a la cantera blanca. Era un tío de Juan Corbalán, el jugador de baloncesto. Me  quedé en el Madrid C de Tercera División. En los dos primeros partidos ganamos con goles míos y acabamos venciendo la Liga por primera vez en este equipo en esa categoría”, relata Aldana, quien llegó a recibir piropos impensables para él mismo.
“Tenía una buena coordinación para mi estatura; Alfonso Pérez Muñoz, que es más joven que yo, cuando debutó con el Madrid me dijo que su padre le recomendó que se fijase en mí para aprender a conducir bien el balón, tan pegado al pie. Fue un honor para mí. Un verdadero halago”, confiesa el excentrocampista.
La archiconocida ‘quinta del Buitre’ le restó oportunidades para triunfar en el Santiago Bernabéu en el modo que le hubiera gustado pero sin embargo aprendió a convivir con la etiqueta de suplente y revulsivo para exprimir los minutos de los que disponía.
“Tenía a Míchel delante y a más gente, yo tenía cualidades más bien de mediapunta pero en ese puesto estaba Butragueño. Como para quitarle el puesto (risas). Me encontraron sitio en la banda derecha cuando desde joven actuaba por el centro y llegué incluso a marcar 16 goles como mediapunta en el Castilla, jugando con el número 6, tuve que adaptarme a las circunstancias”, cuenta.
El punto de inflexión clave en su carrera tuvo lugar en el verano de 1992, cuando estando a punto de comprometerse con el Sevilla —escasos minutos— recibe una llamada con el prefijo 981.
Obviamente era Augusto César Lendoiro tentándolo con formar parte de una singladura en el que ya estaba confirmado Mauro Silva como tripulante de honor y ya sonaba con fuerza el nombre de Bebeto para ser su comandante.
“Mi representante Ginés Carvajal (fui el primero de este agente) me dijo que estaba hecho con el Sevilla, hablé con Bilardo incluso y me dijo que iba a hacer la función de Maradona. No me podía creer lo que estaba escuchando. Estaba en casa despidiéndome de amigos para irme a Sevilla y me llamó Alberto Toldrá para decidir en 10 minutos si me iba al Depor, un humilde que tenía un proyecto serio”, indicó.
La decisión no era sencilla. La balanza se decantó del lado gallego en parte debido a un consejo del central Ricardo Rocha, su compañero en el Real Madrid.
“Me había comentado que no entendía que un jugadorazo como Mauro Silva y tal vez Bebeto fuesen a este equipo y me decidí por el proyecto”, comentó al tiempo que confiesa su lástima al abandonar en su día la ‘Casa Blanca’.
Sin embargo, esa lógica desazón tendría sus días contados. Y es que nada más ponerse el mono de faena en A Coruña Aldana intuyó el potencial espectacular de un bólido con hechuras de humilde utilitario. 
“Pensaba que cuando me fui del Madrid ya no iba a jugar en un equipo tan grande pero cuando llegué a pretemporada con el Deportivo me di cuenta de que podíamos hacer cosas muy grandes al ver entrenar a hombres como Bebeto, Mauro, Djukic, Fran, Nando, Liaño... Todos teníamos mucha hambre. Era un equipo muy bien compensado”, recuerda.
El andaluz pormenoriza sobre la estructuración del vestuario de aquel entonces en Riazor. “En el Depor había grupos pero de afinidad, no de mal rollo; había un grupo que eran los vascos, con Rekarte, Mujika, Ribera, Albistegui, Yosu... Había otro grupo que era Djukic, Nando, Mauro, Bebeto y yo. Yo salía con un amigo de Carral, Eulogio Bermúdez, que tenía la discoteca Party de Carral. Yo ya lo conocía de Madrid. Hice muy buena amistad con Donato, Djukic, Nando. Los tres años siguientes había una mesa que siempre comíamos los tres brasileños y yo: Mauro, Bebeto, Donato y servidor. Toshack me decía: ‘Tú eres el cuarto brasileño’”, destaca.
El fútbol de fábula no tardaría en llegar. “Era impresionante porque los aficionados nos decían que si llegaban tarde diez minutos ya ganábamos 1-0 o 2-0; desplegábamos un fútbol impresionante, el primer año era un sueño cada partido”, agregó.
Dos hombres ‘monopolizaban’ el cariño de la grada, Mauro Silva y Bebeto. “Con ellos no soy objetivo porque les tengo un cariño muy grande; no tendría palabras suficientes para todo lo que hicieron por el fútbol, por el Deportivo y por A Coruña. Bebeto repetía una y otra vez ‘humildade’ cuando salíamos al campo. Eran futbolistas que trabajaban a destajo. Cuando me preguntan cuál es el jugador que más me ha impresionado, sin duda Bebeto. Verle jugar era para disfrutar, por su dulzura”, apostilló.

Adolfo Aldana, el ‘cuarto brasileño’ del ‘Superdepor’

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