Rota la racha de cinco victorias seguidas y 13 jornadas imbatido que llevaba el Deportivo, ayer el respetable entendió al finalizar el encuentro que no había lugar para los silbidos.
Los alrededor de 14.000 presentes ayer en el Abanca Riazor, que no había visto perder a los de Borja Jiménez en este curso en su feudo, despidieron a la plantilla entre aplausos y vítores de ‘Depor, Depor’.
El cuadro blanquiazul pecó en dos fallos tontos que aprovechó con una efectividad del cien por cien el Real Unión de Irún. Pero eso no impidió que con cada uno de los dos mazazos la hinchada no rugiese aún con más fuerza.
Ni un penalti fallado por Miku hizo bajar los brazos a unos seguidores a los que el Deportivo les está
dando esta temporada más motivos para sonreír que para lamentarse.
Por eso, con el gol de Juergen el estadio se vino abajo y espoleó desde entonces a los coruñeses, que estuvieron muy cerca de sumar, al menos, las tablas. En el 95, con Riazor en pie, Lapeña se quedó a centímetros de otro gol en el último suspiro.