No, no piensen que me voy a posicionar, en estas líneas, con lo sucedido en tierras catalanas en los últimos días. Lo estoy, como cualquier ciudadano español, pero en esta ocasión mi contacto semanal va dirigido hacia la organización futbolística.
Nos han estado tomando el pelo durante los últimos 32 años. Después de analizar las distintas escuchas policiales de los dirigentes relacionados con la Federación Española de Fútbol, saco la conclusión de que pudo pasar cualquier cosa de puertas para adentro.
Expresiones como: “…Los árbitros harán lo que yo les diga…”, “Hay cambios, pero si los tiene controlados Lete no me preocupan”, “El TAD hace lo que tú digas, si lo hacía en mi época, ahora igual”, “En el TAD estábamos acojonados. No teníamos ni un seguro de responsabilidad ante cualquier demanda”, dejan un espacio demasiado abierto a cualquier interpretación.
También podemos introducirnos en los aspectos económicos, sueldos, contratos clientelares o mismo, la mutualidad deportiva. Vamos… Un auténtico desmadre organizativo que implicaría desde el último conserje, hasta el propio ministro estatal del ramo.
No me valen medias tintas para contentar a todos. Hay que hacer tabla rasa y comenzar una nueva historia. Todo lo que hay en el entorno al fútbol español huele a chamusquina. El mayor problema es que los que tienen que dar el paso para iniciar el proceso, también deberían irse para casa. Sus actuaciones de comparsas no fueron modelo de rectitud, muchas veces mirando para otro lado o negociando acuerdos sibilinos.
Cambio de tercio. Como ya les vengo diciendo de forma reiterada, el fútbol es el deporte donde todo puede cambiar en cuestión de segundos. Y Riazor así lo refrendó este pasado sábado. De lo que pudo ser el 0-2, pasamos al empate y con visión de remontar, como así fue posteriormente.
Pero no se confundan, los errores siguen estando en el mismo sitio, con nombres y apellidos.
Esperemos que este paso adelante pueda aportar una mejoría psicológica y los que están aletargados puedan recuperar su mejor versión.
Después de mostrar mi satisfacción por los puntos conseguidos y valorarlos en su justa medida, quisiera lanzar la siguiente interrogante… ¿Qué se ganó exteriorizando la amenaza al entrenador de que si no se ganaba, iba a ser cesado de inmediato?
Tener al máximo responsable deportivo de la institución, bajo la amenaza de la destitución, no es la mejor manera de que este hombre pueda estar en las mejores condiciones para poder realizar su trabajo. Es más… Se le está diciendo a los jugadores de que si quieren cargarse al entrenador (Cuestión muy habitual en este círculo), ya saben lo que tienen que hacer, no correr y punto. Por consiguiente y de forma positiva, la mejor noticia tras lo sucedido el sábado, es que los jugadores respetan a su entrenador y no desean su cese. Que se tenga muy en cuenta para el futuro. ¿O es que los asesores del Presidente están por dar paso a la segunda línea de técnicos de la casa?.
Como siempre un placer.
