ÁNGEL MARÍA VILLAR
lll
17º-23º

ÁNGEL MARÍA VILLAR


Usuario

Si tenemos que ser sinceros no nos ha sorprendido –más allá del momento- la detención de Ángel María Villar, el actual presidente del fútbol español. Ya llevaba unos cuantos años en el filo de la navaja y parece ser que ahora, en una operación dirigida por el juez Pedraz (el “pijo ácrata”, como le llamó un político hace años), se considera que le han “pillado”.

Villar había sostenido en los últimos tiempos un pulso al Consejo Superior de Deportes, un enfrentamiento que habría llegado a su punto culminante con la intervención de la Guardia Civil en este caso. A Villar se le acusa de varios delitos, entre ellos apropiación indebida y malversación de fondos.

También llama la atención la detención de su hijo Gorka, de quien todo el mundo hablaba de sus actividades “paraoficiales”, especialmente en el sur del continente americano. Seguramente, si su padre no hubiera sido vicepresidente de la FIFA y de la UEFA no habría tenido acceso a determinadas actuaciones, por algunas de las cuales se le echan encima ahora las autoridades judiciales.

Como siempre hemos sostenido en esta columna, uno de los principales males de los cargos políticos (y el de Villar tiene algo de eso) es el tiempo que las personas se instalan en ellos. Hay cargos -sobre todo en los ayuntamientos, en el Congreso o en el Senado- cuyos titulares superan con creces los veinticinco años de permanencia. Dicen que los elige el pueblo, pero la presunta red clientelar que establecen previamente tiene mucho que ver con su larga estancia en la poltrona. Está demostrado que esta actitud atrae más fácilmente la corrupción que el dejar, por ejemplo, los puestos tras dos legislaturas, algo que ya debía de estar legislado. Pero eso los políticos nunca lo afrontan, sería tirar piedras contra su propio tejado. Abundando en este argumento, y por si las cifras no son lo suficientemente significativas, Villar había sido reelegido el pasado mes de mayo con 112 votos a favor, 6 nulos y 8 en blanco. Increíblemente, nadie, en todo el fútbol español, estaba disconforme con su gestión.

Villar fue elegido presidente de la Federación Española de Fútbol  a finales de julio de 1988, es decir, hace nada menos que 29 años, ocho mandatos. Cumpliría el próximo mes de enero los 70 años, casi la mitad como presidente. Pero lo que de verdad le está pasando factura es el “Caso Haití”, por el que se le acusó de malversación de fondos y apropiación indebida de 1,2 millones de euros., asunto por el que el anterior presidente del CSD, Miguel Cardenal, se empeñó en perseguirlo. Cuando Villar se vio acorralado devolvió ese dinero que le había dado el CSD, pero las causas judiciales siguieron adelante. Y en estos momentos se le vendrán todas encima, amén de la conocida como “pena del telediario”, que ya se encargarán de aplicar algunos especialistas en tener razón a posteriori.

Hasta tal punto es dependiente la Federación de la figura de Ángel Villar que el simple planteamiento de configuración del calendario futbolístico de la temporada venidera – previsto para ayer, jueves- originó un problema que únicamente fue solventado por la intervención del Consejo Superior de Deportes, trasladándolo al día de hoy.

Se abre ahora un período de incertidumbre en la Federación. No sabemos en estos momentos si Villar estará dispuesto a seguir en su cargo, pero si tiene alguna posibilidad no dudamos que la va a apurar hasta el último instante.  Renunciar a algo en la situación por la que atraviesa  sería como cerrar para siempre su carrera como dirigente deportivo. Pero también entra dentro de la lógica que, dada su situación, el organismo más representativo del deporte español tome cartas en el asunto y mande a su casa a este dirigente tan longevo.

ÁNGEL MARÍA VILLAR

Te puede interesar