De verdad, ¿no nos decían los protagonistas blanquiazules que el duelo ante el Granada era una final? Vaya risa, por no decir vergüenza. Si de verdad sintieran lo que es una final no salían al terreno de juego a dar más pena que gloria. El único que estuvo a la altura anoche en Riazor fue el público, porque viendo el partido que hacían los suyos seguían animando como si no hubiera mañana. Ni saben corresponder con respeto a esta magnífica hinchada. ¿Dónde están los que sacaban pecho diciendo que se había fichado bien esta temporada? La plantilla está mal confeccionada a la vista de las alternativas que tiene Pepe Mel para el banquillo.
Nadie pide que el Depor juegue de forma virtuosa. No puede. Eso ya lo sabemos, pero sí que suplan las carencias echándole lo que ponen las gallinas y que sepan defender los colores y el escudo de una afición entregada, que a pesar del bochorno de anoche acompañará en masa al equipo el sábado a Sevilla.
Insisto que el entrenador está dando oportunidades a todos aquellos que asoman la cabeza, pero la verdad es que poca respuesta tiene. Bueno sería que Mel dedicara un entrenamiento a encerrarlos en Abegondo y volver activarlos, porque el 'efecto' parece haberse diluido como el azúcar en un café. Sabiendo la importancia del duelo ante el conjunto andaluz no es de recibo que exhiban el fútbol del miedo. Lo dicho, muy bonito hablar en público. Que lo hagan sobre el campo. Ahí están mudos.
