Dejemos de dar vueltas a lo mismo. El Depor en Valencia dio pena, y punto. Recordó al mismo equipo de hace meses que divagaba por la categoría con la dichosa `nube negra' encima, que fallaba lo que no estaba en los escritos y, para colmo, los árbitros lo ayudaban a hundirse un poquito más en la miseria. Luego, el equipo se venía abajo como un árbol podado a medio metro del suelo. En definitiva, una víctima de sus propias circunstancias, porque tenemos que decir que el conjunto del bueno de Voro jugó como casi siempre, a nada, y con poco le hizo un roto a su exequipo. Tiro a puerta y gol, salvo los balones que Germán Lux acertó a detener.
La realidad es que Pepe Mel lleva dos partidos 'raritos', con una propuesta de equipo que funcionó en su momento, pero no hay dos rivales iguales. No es que la buena estrella del técnico se haya apagado, es que lleva fundida dos encuentros (Celta y Valencia) y que además coincide que fueron dos enfrentamientos en los que tuvo casi dos semanas para prepararlos a conciencia.
Así que se supone que mañana en Riazor habrá cambios en el once inicial blanquiazul para recibir al Granada, un duelo que no es una final. Es algo más que eso: una prueba de fuego y un examen real, además de jugarse tres puntos de oro ante un adversario que también pelea por la supervivencia en la máxima categoría. El movimiento se demuestra andando, lo que obliga a Pepe Mel a enchufar a los suyos. En decepciones ya estamos servidos.
