Mucho se habla de que el Depor no levanta cabeza, que no para de dar disgustos. La derrota del pasado sábado en el derbi fue algo más que dolorosa. Normalmente, cuando el equipo va mal, se mira al banquillo. Así que los futbolistas, los protagonistas de la vergüenza que viene dando el club en la élite del fútbol español, se van de rositas. Silban, les importa un bledo mientras las críticas y el malestar se centran en el entrenador. Es más fácil poner en la calle a uno que a veintidós.
Pocos recuerdan que una plantilla defendiera con tan pocas ganas y coraje los colores del conjunto blanquiazul
Los actuales componentes de la primera plantilla deportivista son muy culpables de la marcha del equipo. Ante el Celta, una vez más, demostraron ser incapaces de sacar a relucir el orgullo. Jamás el Depor tuvo un plantel tan desmerecedor de la afición que tiene. El seguidor coruñés es incapaz de sentirse representado en el campo por los que visten sus colores. Sin liderazgo, sin agallas, sin orgullo. Así que hasta molesta que los actuales futbolistas se refieran a la historia de la entidad y de exjugadores... Están muy lejos.
Así que ahí estamos dando pena. Esperando a saber qué es lo que tiene que decir el Consejo de Administración del club sobre lo que está pasando y qué medidas tomará para enderezar el rumbo. Lo que está claro es que el Depor, hoy, da más pena que gloria.
