Llega la época estival, así que los ánimos se renuevan. Lo que se dice vulgarmente que una vez cumplido el objetivo, a otra cosa. Y en eso está el Depor. Está claro para todos que la temporada blanquiazul tuvo más sombras que luces, que hizo una competición liguera más triste que alegre, pero mejor eso que estar en el pozo. Si el deportivismo está cabreado, ni me quiero imaginar el desánimo que invade a los aficionados de Osasuna, Granada o Sporting. Pero afortunadamente fueron ellos los que tuvieron que pasar el mal trago, no nosotros.
Se está hablando mucho de la acción de los Riazor Blues abandonando el estadio coruñés en señal de protesta. ¿Cuál es el problema? Por mucho que me esfuerzo, no alcanzo en verlo. Esa acción la hicieron en una última jornada totalmente intrascendente para el futuro del equipo, con todo el pescado vendido. El resto de la afición optó por seguir en su grada y animar, festejar que una temporada más somos de Primera. Ellos, estoy seguro, que si el Depor se estuviera jugando la vida se dejarían la garganta como hicieron en todos los partidos anteriores. Si alguien pone eso en duda, malo.
Cada uno es muy libre de expresar su opinión y hay que aceptarla como tal
Puede que no gustasen las formas, que se les haya ido de las manos las críticas realizadas, pero han manifestado su descontento por una temporada que lo único que tuvo de positivo ha sido la permanencia. Así que no veo dónde está el problema.
