Vamos avanzando. Ahora parece ser que lo de Ángel María Villar lo sabían hasta en China. Pero lo cierto es que tuvo que ser la Unidad del Crimen Organizado de la Guardia Civil la que tuvo que intervenir. Ojalá fueran los medios de comunicación que demostraran que el presidente de la Real Federación Española de Fútbol y sus secuaces cometieron los presuntos delitos de administración desleal, apropiación indebida, corrupción entre particulares y falsedad documental, según los primeros informes de la Fiscalía Anticurrupción. Pero no fue así. Eso sí, todos los sabían. Pero ahora, cuando saltó la liebre.
El exsecretario para el Deporte Miguel Cardenal estaba empeñado en colocar a Jorge Pérez en el puesto de Villar. Se lo cargaron, con razón. No hay que olvidar que Pérez fue compañero de viaje del ahora detenido presuntamente por corrupto. ¿Es que acaso el exsecretario general de la Federación no sabía de semejante escándalo? Para morirse de la risa.
Y es que este país somos la repera. Aquí estamos preparados para dar un master sobre estas cosillas a la mismísima mafia siciliana en estos menesteres, a todos los niveles. Los italianos, unos aprendices.
Hace 59 días Villar salió reelegido como presidente. ¿No son también culpables de este negocio los dirigentes territoriales que lo eligieron? ¿Y si regeneramos el fútbol?
