Vaya por delante que soy de los que se alegran de que los derbis fluyan por el camino de la cordialidad entre aficiones y que sean los actores, o sea, los jugadores, los que se enfrenten en el terreno de juego dándolo todo.
Capítulos sucedidos tanto en Balaídos como en Riazor en el pasado no son ni medio normales y no se puede tolerar ninguna forma de violencia.
El derbi tiene que ser el que se está cociendo a fuego lento durante estos días. Las palabras de Lucas Pérez, aludiendo a las inundaciones periódicas de Balaídos y a que el Alcalde olívico, Abel Caballero, se preocupe de eso y de que no se le vaya el Celta de su ciudad dan ese picante, esa pimienta que ha de tener el derbi.
Vivamos el derbi como gallegos, pero sobre todo como deportivistas, con el sano vacile que nos hace sonreír
Todos los que tenemos amigos o conocidos del Celta llevamos una semana a mensajito, meme o broma limpia, como es menester, como procede.
Cuando el Depor gane mañana los chistes serán todavía más ingeniosos y fastidiarán más, lo mismo que ocurriría si el glorioso perdiese, algo que ningún deportivista de pro contempla, a priori, antes de enfrentarse al eterno rival. Vivamos el derbi como gallegos, pero sobre todo como deportivistas, con el sano vacile que provoca sonrisas y que, lejos de desunir, debe ser el cachondeo que nos haga mejores vecinos.
