Con paciencia y trabajo se consiguió el gran objetivo del Deportivo en esta pretemporada que ya es temporada. El regreso del hijo pródigo, de un símbolo y estandarte del club. Lucas Pérez aterrizó ayer en Alvedro y recibió el cariño de los primeros deportivistas que no esperaron para recibirlo a un partido o una presentación en Riazor. En la ciudad había una especie de ansiedad paciente porque se confía mucho en el de Monelos, y esa confianza fue devuelta con la firmeza de Lucas para volver a vestir los colores de la camiseta que más quiere y que más le quiere.
En la historia del RC Deportivo no hay muchos futbolistas que hayan rechazado a tantos equipos (el Sevilla le llamó el jueves, a media tarde) para enrolarse en las filas herculinas.
Le dijo que ‘no’ a media Europa y esperó hasta que al Arsenal no le quedó más remedio que aceptar su salida rumbo a Riazor, eso sí, cobrando una pasta por la cesión y sin opción de compra. Pero eso lo dejamos para el año que viene.
Ahora lo que toca es disfrutar con Lucas, que él disfrute y que también lo hagan, desde el club, todos los que tanto han trabajado para que sea una realidad. Lucas ya está en A Coruña. El estandarte ya está en casa. Un regalo para todos.
