El Liceo no pudo completar el pleno en una semana muy exigente. Si el martes conseguía en el último suspiro la victoria en una complicada cancha, la del Noia, el sábado los verdiblancos tuvieron que vivir la cara amarga del deporte, perdiendo en casa ante uno de los equipos de la zona baja, el Manlleu, que de esta manera recibe un buen balón de oxígeno.
Los hombres de Carlos Gil ya sabían que llegaba a Riazor un equipo muy fuerte. A pesar de estar en zona de descenso, ya había creado muchos problemas a sus anteriores rivales. Y es que el Manlleu necesita los puntos para evitar el descenso, y solo quedan seis partidos para el final de la fase regular. Y conocedores de esta necesidad de puntos, los catalanes hicieron en Riazor un partido muy serio. El primer aviso lo dieron en el minuto diez, adelantándose en el marcador.
Y aunque Josep Lamas restableció la igualada poco después, el Manlleu no se conformó, sabiendo que necesita victorias como el agua. Así que no dudó en seguir atacando, y en el minuto quince volvieron a marcar. Con el 1-2, el Liceo comprobó que, o tenía esos momentos de inspiración en los que encarrila un partido, o iba a sufrir mucho. tuvo que llegar Marc Coy para volver a empatar, cuando se estaba terminando la primera parte. tras el descanso, el Liceo salió a por todas. pero los coruñeses no tenían su día. La temporada está siendo ya muy larga, y más después de venir de dos desplazamientos seguidos, a Lisboa y Sant Sadurní.
Algo que aprovechó el equipo catalán para volverse a poner por delante. primero 3-4 y más tarde, a falta de solo seis minutos, 3-5.
Y aunque el capitán Josep Lamas tiró del carro, anotó el 3-4, con tres minutos por delante, y Grasas pudo empatar de penalti poco después, lo cierto es que al final el Manlleu sentenció, con una falta directa que supuso el 3-5.
